Diario de León

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«No hay dinero que pague tener a mi lado a mi mujer y a mis hijas»

José Fernández Álvarez, presidente de Arabi, José Antonio Parra y Augusto de Jesús.

José Fernández Álvarez, presidente de Arabi, José Antonio Parra y Augusto de Jesús.

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José Antonio Parra había perdido casi todo con el alcohol. Mide 1,70 metros de estatura y llegó a pesar menos de 40 kilos; en casa su mujer ya no le miraba, ni dormía con él. Estuvo treinta años bebiendo y hace diez que dijó adiós al alcohol, poco después de jubilarse de la mina por dos hernias discales.

«Me ayudó mucho la familia. Yo no lo quería reconocer. Pensaba que se bebía por vicio y no que es una enfermedad, una droga...» Y no dice que sea fácil: «Es muy duro, se necesita esfuerzo, voluntad y sacrificio».

Ahora es voluntario de Arabi, asociación que funciona en Bembibre desde 1989 y en la que él mismo se rehabilitó. Ofrecen terapias los lunes de 18.30 a 20.00 horas y, al igual que en el resto de asociaciones, intentan ofrecer actividades que ayuden a cambiar los hábitos de vida. «Ahora hacemos cestería y poco más porque nos han cortado las subvenciones», señala.

Parra se ocupa de abrir el local de la asociación, al menos una hora, el resto de los días. ¿Lo que ha ganado? «Mucho. Mi familia estaba perdida. Vivíamos en un mismo hogar, pero divididos. No se paga con dinero tener a mi lado a mi mujer y a mis hijas. Se vuelcan conmigo. No hay palabras para decir lo que se siente».

También ha ganado en salud. «Vivo fenomenal». Trabajó 22 años en la mina, en tiempos en los que los mineros entraban con la bota de vino al tajo. Al salir una cervecina, las gotas de orujo en el café... «Y cuando te das cuenta eres alcohólico perdido», lamenta.

Si antes fue el duro trabajo en la mina, ahora son las prejubilaciones y la falta de ocupación los factores que han influido en la incidencia del alcoholismo en el Bierzo Alto.

Mirando atrás se da cuenta de que el mundo en el que vivía «se bebía por alterne. No estaba habituado a salir si no era bebiendo». Además, añade, «tampoco había información sobre el alcoholismo. Ahora hay información, pero no quieren ver el problema, es un tabú».

Le espanta ver a «niños entre 14 y 16 años que cogen unas borracheras impresionantes los fines de semana» y no puede dejar de asombrarse ante la «permisividad de las familias»: «No es lógico que se les permita llegar a las seis o las siete de la mañana. Y que luego miren para otro lado y digan que su hijo no bebe. A quien más daño están haciendo es a su propio hijo», advierte.

Arabi realiza talleres de educación para la salud en los centros de la zona y ve el problema que se avecina para los próximos años.

La asociación, que preside José Fernández Álvarez, cuenta con dos trabajadores sociales que colaboran voluntariamente en las terapias. Además, el grupo de veteranos es otro refuerzo para «tirar por las personas que empiezan». José Antonio Parra señala las mayores dificultades para involucrarse en las terapias, aunque tienen algún caso de mujeres jóvenes.

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