Diario de León

Una oferta de trabajo llevó a la víctima del falso shaolín a su gimnasio

Jenny Sofía Rebollo dijo a su madre que iba a trabajar en el gimnasio como masajista. La familia y conocidos de la fallecida creen que Aguilar utilizó la oferta de trabajo como señuelo para atraer a su víctima

Jenny Sofía Rebollo.

Jenny Sofía Rebollo.

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EFE

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En momentos de dificultades económicas el señuelo de un puesto de trabajo es el más efectivo. Así debió de concebir su plan el falso maestro shaolín de Bilbao para atraer a su víctima Jenny Sofía Rebollo, la mujer de nacionalidad colombiana supuestamente asesinada y descuartizada por Juan Carlos Aguilar. La víctima llamó a su madre por teléfono a Colombia hace unos días para comunicarle que estaba "muy contenta" porque le habían ofrecido trabajar en un gimnasio de Bilbao como masajista, según informa Europa Press según fuentes cercanas a la familia de la víctima.

Las mismas fuentes creen que había sido Aguilar el que había contactado con ella para ofrecerle el trabajo como señuelo para asesinarla. Ponerse en contacto con Jenny Sofía Rebollo era fácil porque había colocado carteles en la zona de Zabalburu de Bilbao, en la que vivía con su hermano, y en los alrededores para ir a los domicilios a realizar servicios de peluquería, de belleza y masajes.

Precisamente, la víctima vivía en la plaza de Zabalburu, muy cerca de la calle de Iturriza, donde reside el presunto asesino. El falso maestro shaolín regentaba un gimnasio, ZEN4, en el que la Ertzaintza le localizó el pasado domingo, tras haber arrastrado hasta el local a Maureen Ada Otuya, de nacionalidad nigeriana, a la que golpeó brutalmente hasta dejarla en coma. Los agentes encontraron a Aguilar en el interior del establecimiento, junto a Otuya, que estaba en una silla maniatada y en una situación de extrema gravedad. La joven de 29 años falleció este martes en el Hospital de Basurto.

RESTOS

Durante el registro del gimnasio y de la vivienda del presunto asesino, la Ertzaintza encontró restos de un cadáver descuartizado que había ocultado el bolsas de plástico. Los restos pertenecían a Jenny Sofía Rebollo.

En su confesión en comisaría, Juan Carlos Aguilar ha reconocido que su intención el pasado domingo era acabar con la vida de Maureen Asa Otuya, y ha admitido también que había matado, con anterioridad, a otra mujer. La policía vasca no descarta que existan más víctimas. La actitud del asesino confeso y su pericia en conseguir la muerte ajena muestra una práctica inusual. La ría de Bilbao podría ser la vía para hacer desaparecer los cadáveres.

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