Diario de León
Un bombero trabaja en uno de los vagones del tren Alvia que descarriló en Santiago de Compostela.

Un bombero trabaja en uno de los vagones del tren Alvia que descarriló en Santiago de Compostela.

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A. Álvarez | madrid
León

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El barrio de Angrois y la curva de A Grandeira están en boca y oídos de todos. Para la mayoría de los vecinos de esta zona de Santiago el viraje de la vía del tren no es para nada desconocido.

La curva donde se ha producido la tragedia ha dado problemas desde hace décadas y son numerosos los incidentes que se han producido en ella. Muchos son los vecinos que comentan que el día que se inauguró el tren de alta velocidad, se veía como el tren se tambaleaba al doblar la curva dando la sensación de que podría descarrilar, pero nunca imaginaron que ocurriría una catástrofe.

Cuando se construyó este tramo de vía, Angrois quedó separado en dos y era frecuente que los ciudadanos saltasen la valla de protección para cruzar al otro lado de la vía sin tener que dar un rodeo. Se trata de una curva de noventa grados y muy pronunciada, donde los ferrocarriles circulan con poca visibilidad y despacio, no pueden ir a más de 80 kilómetros por hora.

El viraje de A Grandeira ha estado muy ligado a los percances de todo tipo, por no decir que se trata de una zona maldita. Herminia Carvajales, vecina de Angrois, aún recuerda el corrimiento de tierras que provocó hace veinte años que otro tren descarrilase, pero en aquella ocasión no hubo ninguna víctima mortal y sólo dejó algún que otro herido. Ese accidente coincidió con el paso de Hortensia , una de las tormentas ya convertida casi en una leyenda o un cuento rural, que asoló Galicia y dejó una profunda cicatriz en la memoria de muchos. Puede que aquel corrimiento de tierras se debiese a la gran tempestad y vientos que asolaron todo el interior de Galicia. Puede que se debiese a una mala construcción de los alrededores de la vía. Nunca se supo.

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