Diario de León

Bárcenas se ha convertido en una máquina de restar votos al PP

La dirección del partido no sabe cómo contrarrestar las acusaciones del que fuera responsable de sus finanzas.

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r. gorriarán | madrid
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La convención nacional del PP que se celebra en Madrid tiene dos protagonistas, uno de cuerpo presente, José María Aznar, y otro de cuerpo ausente, Luis Bárcenas. Del primero se habla y del segundo se susurra. La sangría electoral del partido gubernamental tiene muchas causas, los recortes económicos, la crisis, la política antiterrorista, pero también, y no es una razón menor, las acusaciones del ex tesorero. El estallido del caso marcó el inicio del declive del PP y el derrumbe de la imagen de Mariano Rajoy. Lo más grave del asunto, se lamentan los populares, es que la dirección no sabe cómo contrarrestar las andanadas de Bárcenas.

La queja más extendida por los pasillos y salones del cónclave popular es que digan lo que digan sobre su ex tesorero tienen perdida la batalla de la credibilidad. «La calle cree a Bárcenas, no a nosotros», confesaba con crudeza un barón autonómico del PP. En ese escenario, la dirección del partido tiene muy difícil articular un discurso convincente. El de la recuperación económica, que era la gran baza de Rajoy, no cuaja, admiten, y mucho menos con un Bárcenas dicharachero, que en sus primeras 24 horas en libertad habló con los medios de comunicación en cinco ocasiones.

El tiempo ha demostrado que los intentos de minimizar sus acusaciones son vanos. Rajoy ganó las elecciones en noviembre de 2011 con el 44,6% de los votos y su imagen estaba en el punto más alto de valoración, 4,8. Fue estallar en el primer trimestre de 2012 el caso Bárcenas y comenzar la debacle, aunque el ex tesorero no sea la causa exclusiva. Las expectativas de voto de los populares iniciaron un inexorable descenso y solo en octubre de ese año, según el CIS, ya habían perdido casi diez puntos; con el ingreso en la cárcel del ex guardián de la caja estaban ya en 32,5%, y en el último sondeo, en octubre pasado, habían retrocedido hasta el 27,5%, casi 17 puntos menos. El casi aprobado que concedían los ciudadanos al presidente del Gobierno al comenzar su mandato, se transformó en un rotundo suspenso, 2,8, diez meses después. La nota que recibe hoy Rajoy es de 2,3, la más baja de un jefe del Ejecutivo en la historia de la democracia.

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