Diario de León

LAURA FERNÁNDEZ Cabeza de lista de up-iu

«Hay dinero para dar trabajo a un millón de personas en un año»

Funcionaria del Ecyl y concejala en el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo, Laura Fernández, de 55 años, cree que Unidad Popular-Izquierda Unida puede lograr por primera vez un escaño por León en el Congreso de los Diputados. «Los recortes del PSOE y del PP» son la clave en el cambio de un electorado que en mayo ya metió a la marca de IU en la Diputación.

Marciano Pérez

Marciano Pérez

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A. Domingo | León
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—La campaña electoral es un debate de ideas, pero hay quien dice que la sociedad carece de éstas.

—Desgraciadamente es así. Nuestra sociedad recibe multitud de consignas a través de la televisión y la capacidad de reflexionar de las personas, de elaborar en comunidad, se está perdiendo y cada vez somos más individualistas. De todos modos, gracias a grupos como Izquierda Unida, Stop Desahucios, etcétera, la sociedad se está organizando y sacando ideas por otras partes, aunque nos quieran colonizar con un pensamiento único.

—«Hay una nueva forma de hacer política parece la muletilla» de estas elecciones. Pero cómo se articula con los condicionantes que supone, por ejemplo, la Unión Europea?

—Unidad Popular-Izquierda Unida (UP-IU) se presenta con el eslogan «Por un nuevo país». Para nosotros no es una idea nueva, porque siempre hemos querido cambiar esta sociedad, que nos parece muy injusta. Más aún ahora, a raíz de la mal llamada crisis, que deja el dinero en en manos de unos pocos, en contra de la mayor parte de la población y de los trabajadores. Creemos que un nuevo país es posible y también un nuevo mundo es posible. Es cierto que el ejercicio del poder tiene muchas dificultades, porque realmente está en manos de los capitales y no de los gobiernos. Por eso sólo se puede transformar el país si existe una unidad popular, que se enfrente al sistema capitalista.

—¿Qué hay en la política que no sea economía? Al final, se cambia de Gobierno cuando al votante le hunden la cartera.

—Al fin y al cabo, todo se reduce a un tema económico. Pero la economía no puede serlo todo. Tenemos que ponerla al servicio de toda la población y no sólo de unos pocos, para que sea humanitaria, solidaria, y permita a todos cubrir sus necesidades y vivir dignamente.

—¿Quién le hubiera dicho a una candidatura de IU que iba a entrar en la Diputación?

—En las elecciones municipales y autonómicas se consiguió una unidad popular amplia —no la que hubiéramos deseado y a la que aspiramos— y eso influyó en el resultado. En Madrid y Barcelona, donde se consiguió una unión mayor, se lograron las alcaldías, lo que nos demuestra que es posible gobernar y cambiar las leyes.

—¿Se van a repartir los escaños en León como siempre?

—El sistema D’Hont beneficia a los dos grandes partidos. Mientras no se cambie la ley lo vamos a tener muy difícil. Pero creemos que es el momento del cambio, que el 20-D va a suponer un giro en León y esperamos llegar a las Cortes, porque la gente se está dando cuenta de los recortes que traen el PP y el PSOE.

—¿Cuál es un buen resultado para usted?

—Conseguir un grupo parlamentario fuerte.

—¿Y para León?

—Que UP-IU saque un escaño.

—¿En qué se concreta el compromiso con el que usted se presenta públicamente?

—Trabajo en el Inem —ahora Ecyl—, desde 1991. Cada día me encuentro con personas que tienen graves problemas de desempleo y me toca aplicar una leyes que no son justas en muchísimos casos. Pero en mi puesto estoy para aplicar la legislación y las leyes se cambian en las calles y en las instituciones. Mi compromiso es claro con todas estas personas y con la clase trabajadora. Además, en los últimos cuatro años, los funcionarios hemos visto que también podemos ir a la calle. Ya nadie tiene asegurado su puesto. Soy de Olleros de Sabero, las minas se cerraron en 1991 y es muy triste ver cómo se muere la zona.

—¿Y es posible mantener compromisos en un panorama político de corruptelas?

—El poder puede corromper, pero si las bases funcionan realmente se puede evitar. En San Andrés del Rabanedo, donde soy concejala, siempre tenemos una asamblea antes de las comisiones y de los plenos. De esta forma, la gente nos está diciendo en todo momento qué opina. Además, en IU somos transparentes con los que ganamos. Aun así, pueden darse casos, porque todos somos humanos, pero nosotros hemos sido muy claros. En esta legislatura, cuando se supo que Willy Meyer estaba en una sicav, dimitió inmediatamente y cuando una persona de IU estuvo implicada en el caso de las tarjetas black no es que dimitiera, se le echó directamente. Es necesario un control sobre la clase política y una legislación mucho más dura con los corruptos.

—De profesora de religión a IU. Es curioso.

—Mi primer compromiso fue a través de la Teología de la Liberación, en un campo de trabajo con los Consolatas en Zaragoza. Hoy soy atea, pero aquello me ayudó a descubrir que el mundo cristiano tiene un fuerte compromiso con la gente más humilde. En Nicaragua tuve la suerte de compartir con las comunidades de base y con grandes teólogos de la liberación como Benjamín Forcano o José María Vigil. Es gente de la que aprendí muchísimo y creo que hacen un papel impresionante.

—Dice usted que es feminista porque es mujer. ¿Aboca irremediablemente al hombre al machismo?

—No quiero decir eso ni mucho menos. Pero, en ocasiones, he oído a algún hombre decir que lleva mucho más tiempo que yo en el movimiento feminista porque empezó a ir a manifestaciones y tuvo contactos con estos movimientos antes. Entiendo que no se es feminista por ir a una manifestación o por quedarte en casa, sino porque, como mujer, vives desde pequeña la discriminación. Eso es lo que quiero transmitir con esa afirmación.

—Se habla muchas cosas y poco de las familias.

—La familia es la base de todo, pero una familia puede ser una persona sola. No sólo hablamos de las familias tradicionales: pueden ser dos personas de un mismo sexo sin ningún problema e incluso una persona que desea tener un hijo, dos o los que sean. La familia es un concepto mucho más amplio del que tradicionalmente nos quieren imponer.

—En los pueblos hay muchas familias de un solo miembro, pero por obligación.

—El gran problema de la provincia es la despoblación. Hay 4.000 personas menos que hace un año y en cuatro años han bajado en 12.000 quienes cotizan a la Seguridad Social. Los pueblos necesitan muy buenas infraestructuras. Antes podía ir en autobús a Sabero a ver mis padres, ahora tengo que llevar el coche porque no hay forma de aprovechar el fin de semana con el transporte público. Por otra parte, las personas mayores necesitan muchos cuidados sanitarios y cada vez tenemos menos médicos. También se van cerrando escuelas, basta con recordar la plaza que no se quería cubrir de un profesor que se jubilaba en Olleros de Sabero. La cobertura de internet es mala y los niños van al colegio, pero luego no se les puede hacer el mismo seguimiento a través de la nuevas tecnologías que si vivieran en León. Es necesaria la ayuda a domicilio, centros de día, residencias… Pero, sobre todo, hay que potenciar que la gente tenga trabajo, que no tenga que emigrar. Tenemos una minería muy rica, una agricultura y ganadería que nos permitirían sustentar una industria de transformación. Hay alternativas, pero hay que invertir y hoy no se quiere invertir en los pueblos, sino en los núcleos que interesan.

—Las promesas sobre el medio rural no son rentables económicamente y tampoco en número de votos.

—No estamos a favor de las migraciones a lo grandes núcleos y creemos que en los pueblos hay opciones para que los jóvenes puedan encontrar trabajo en agricultura ecológica, creando cooperativas, manteniendo las minas. Hay futuro con los recursos disponibles.

—Como funcionaria del Servicio Público de Empleo, ¿qué flexibilizaría en el mercado laboral y con qué sería inflexible?

—Proponemos crear un millón de puestos de trabajo en un año, lo que supone invertir 15.000 millones de euros. Parece una exageración, pero no es tanto si observamos la cifra en el conjunto de los Presupuestos Generales del Estado: a la Iglesia Católica se le subvenciona cada año con 11.100 millones de euros, se ha dado mucho dinero para rescatar autopistas, para aeropuertos sin aviones… Dinero hay, el problema es su distribución. Además, de los 15.000 millones queda cerca de la mitad en las arcas del Estado en concepto de Seguridad social, cotizaciones e Impuesto sobre la Renta. Estamos por potenciar toda la actividad privada y también por cubrir todos los servicios públicos del Estado, porque las vacantes por jubilación no se cubren. A los más de cuatro millones de parados que tenemos, los integraremos gracias al trabajo garantizado. Se trata de una solución provisional, mientras logran incorporarse en el mercado de trabajo, con sueldos de 800 a 1.000 euros limpios, cubriendo todo aquello a lo que no se está llegando, como temas de medioambiente, dependencia, etcétera. Estamos contra las reformas laborales que han realizado PSOE y PP y creemos que estamos en un proceso constituyente. La Constitución reconoce el derecho al trabajo y a una vivienda digna, pero esos artículos son papel mojado. Queremos que si alguien se queda sin trabajo o sin vivienda pueda recurrir a los tribunales y le garanticen ese derecho. Es la única forma de que podamos vivir con dignidad. La falta de trabajo está creando situaciones muy duras: personas que se infravaloran, con problemas de depresiones, crisis de ansiedad, etcétera. En el primer año de legislatura un millón de personas entraría en el mercado de trabajo por el trabajo garantizado. Mientras, el resto tendría una renta básica garantizada. En la actualidad existe una, pero su acceso es complicado por las trabas administrativas. Y es posible, hay dinero. Tenemos un estudio muy serio de lucha contra el fraude, grandes fortunas… No se trata de quitar nada a nadie, sino de distribuir de manera que todos paguemos en función de lo que tenemos.

—¿Cómo se democratiza una empresa como propone IU?

—A través de los sindicatos, de manera que los trabajadores puedan participar en los órganos de decisión de las empresas. Que las cuentas sean claras y los trabajadores tengan acceso a estas y puedan participar en la gestión, aunque la última palabra sea del empresario, que es el que arriesga.

—¿Cree que alguien ha levantado su negocio va a compartir poder de decisión con un empleado si alguna vez lo tiene?

—En una sociedad cada vez más individualiza es complejo. El concepto de compartir, de comunidad, nos queda cada vez más alejado y esto es un sálvese quien pueda. Creemos que el trabajo se debe repartir. No es normal que alguien capacitado no pueda compartir un puesto de trabajo con otro cuando hay suficientes beneficios para vivir dignamente. Es una cuestión de cultura, porque el ser humano es solidario por naturaleza.

—IU habla de que el Gobierno debe entrar de nuevo en la economía. ¿Para hundirla o para facilitar el despido?

—El problema es que ni los gobiernos ni los ciudadanos toman las decisiones que afectan a la economía, sino los grandes poderes: El Banco Mundial, las multinacionales y demás. Si fueran gobiernos que representan a las personas sucedería otra cosa. Hay sectores en los que el Gobierno tiene mucho que decir, por ejemplo, el energético, que debe ser nacionalizado, porque no es lógico que siete millones de personas sufran pobreza energética. Es inhumano.

—¿Qué hay que hacer con el carbón y con las cuencas mineras? ¿Cómo se compatibiliza respeto al medioambiente y quema de mineral?

—Tenemos claro que las energías tienen que ser renovables. Pero en la actualidad, el mercado consume carbón, que se quema en León. Teniendo minas en la provincia no podemos quemar carbón de importación, sino nacional. Cuando dirigía la oficina de empleo de Villablino veía pasar camiones y camiones de carbón que venían del Musel, con carbón de otros países y al otro lado tenías la cola de mineros desempleados. No es lógico que eso ocurra. Las energías deben ser limpias, pero mientras se gaste carbón debe ser nacional y deben buscarse alternativas económicas para las cuencas. También estamos por auditar todo el dinero de los Miner, porque hay mucha subvención que no se ve adónde ha ido a parar.

—¿En qué pueden ayudar los ciudadanos a los políticos o no queda otra que mantener esa mueca de desencanto que nos ha dejado la crisis?

—Las elecciones no consisten en votar y olvidarte. Lo que hacen los políticos es lo que les permitimos hacer. Un sistema asambleario te exige participar. Además, los cargos públicos deben ser revocables. Si un señor no hace lo que prometió se tiene que ir. Y no basta con votar: si no hacemos un seguimiento tendremos lo que merecemos. Es posible un cambio.

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