«He conducido más de un camión, el último un mega»

—¿De pequeña jugaba a ser empresaria?

—No exactamente, pero creo que siempre quise ser lo que soy. Nunca jugué con muñecas aunque pasé ganas de tener una Nancy. Soy hija de emigrantes y aunque tenían posibilidades económicas casa, mi madre no era de gastos supérfluos.

—Su madre estará orgullosa.

—Creo que sí. No lo dice abiertamente, pero creo que está orgullosa. |No le dije nada cuando salió lo del premio y le daba la enhorabuena la gente. Me pregunta y le digo que fui elegida Empresaria del Año. Y me dice: ‘Eso es bueno, ¿no?, pues entonces que me sigan dando la enhorabuena’.

—Un defecto.

—Muchísimos. A veces tengo que doblegar mi carácter. Pero hay cosas, como la mentira por sistema, que no perdono. No me gusta la soberbia y la gente que menosprecia a los demás.

—Una virtud.

—La constancia, la perserverancia. Cuando tengo un objetivo voy directa a por ello. Puedo dar la vuelta, pero no renuncio.

—¿Un producto de León?

—Todos, especialmente la cecina. Ojalá pudiera transportar más productos de León, pero lo nuestro es el gran tonelaje y la mayoría no trabajan en esas dimensiones. Por poner un ejemplo, todos los días van a Valencia 60 camiones y todos los días traen naranjas, frutas, carne... Llevamos toneladas de vidrio a Francia para tarros de mermelada y las botellas de Freixenet a Cataluña desde la vidriera.

—¿Ha conducido alguna vez un camión?

—Muchas veces. Me gusta probar los vehículos nuevos. El último un mega-camión, eso sí, en circuito cerrado.

—¿Le da tiempo a cultivar alguna afición?

—Me gusta mucho jugar al pádel y esquiar, pero no tengo tiempo. Y lo que más me gustaría es tener tiempo para dedicarle a mi familia y a las amistades.