Diario de León

Cuando Yuso se convirtió en un plató

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Tres toldos gigantescos cuelgan sobre el patio exterior del monasterio de Yuso. Hay cables por todas partes. Una televisión enorme retransmite en directo la llegada de las autoridades. Hay más de 150 periodistas acreditados. Se sientan en una especie de pupitres habilitados bajo los toldos. Hace fresquito, aunque pronto se despertará un sol flamígero. «Dicen que viene Urkullu», suelta alguien. La noticia va corriendo entre los informadores como corrían los secretillos en la escuela. Los enviados especiales llaman a sus centralitas para decirles que sí, que sí, que el lehendakari ya está aquí. A la entrada del recinto monástico, Urkullu charla con Concha Andreu y con la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, que han salido a recibirlo. Son los prolegómenos de una cita con mucha parafernalia. Hay una cierta confusión protocolaria causada por el coronavirus. Resulta difícil sustituir el estrechón de manos o el par de besos mejilleros. Muchos se rozan el codito. Hay algo jovial, como de fiesta de cumpleaños, en esta forma nueva de saludarse. Todas las banderas autonómicas (también la catalana, pese al desplante de Torra) están alineadas a la entrada del monasterio. El prior, fray Pedro Merino, con su vestidura talar, aporta un toque pintoresco.

Pedro Sánchez aparece a las 9.30 horas. Forma un grupo con Concha Andreu, Carolina Darias y la presidenta del Senado, Pilar Llop. Esperan al Rey. Don Felipe llega cinco minutos más tarde. Solo los fotógrafos y los cámaras están presentes. Los plumillas, sentados en sus pupitres, miran la pantalla gigante plantada en el patio del monasterio. El Rey saluda a distancia.

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