Diario de León

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El Gobierno critica con dureza a la oposición porque a la oposición no le ha gustado la forma de llevar el semestre de la Presidencia europea. Dicen los socialistas que Aznar empezó hablando de «Más Europa» -era el lema elegido para su Presidencia- y acabó olvidando la ampliación y queriendo meterle un puro a los países que no controlan el flujo de emigrantes. La oposición, en este caso, señala algo que cualquiera puede comprobar por sí mismo repasando los periódicos del pasado mes de enero cuando en ocasión de los primeros compases de la Presidencia española en La Moncloa circulaba un discurso bien diferente al de las conclusiones del Consejo de Sevilla. ¿Qué ha pasado para que en sólo seis meses haya cambiado tanto la letra de la política exterior española? Pues lo que todos sabemos: el terremoto político provocado en Francia por la irrupción de Le Pen -segunda lista en las elecciones presidenciales liquidando al socialista Lionel Jospin- ha obligado a incluir el asunto de la inmigración en la agenda de Europa. De manera oportunista, líderes que hace un año criticaban al austríaco Heider por sus manifestaciones xenófobas ahora han hecho suyo aquel discurso clamando contra los peligros de una inmigración ilegal que hasta la fecha ha sido tolerada -cuando no estimulada- por su condición de mano de obra barata y sumisa. Sin explicación oficial, del gran panel que presidía la Sala de Prensa del palacio sevillano en el que se celebraron las reuniones del Consejo Europeo desapareció el lema «Más Europa» con el que España pretendía subrayar su compromiso con la ampliación de la Unión Europea allanado la entrada de los diez países que ahora están en la lista de espera. Lo que todavía hace cuatro o cinco meses iba a ser la gran aportación del paso de José María Aznar por la Presidencia se ha quedado en tarea pendiente. Otro tanto sucede con la mitad de los compromisos de la agenda de Lisboa. Tampoco ha prosperado la iniciativa del presidente José María Aznar para suprimir el procedimiento de veto en la toma de decisiones. Jacques Chirac -el gran triunfador de la Cumbre- acabó imponiendo todas sus ideas: «no» a suprimir el procedimiento de veto y «no», también, a las sanciones a los países que no controlan los flujos de inmigrantes como quería Aznar mirando de reojo a Marruecos. Creo que más que con la oposición española con quien deberían estar enojado el señor Aznar y sus colaboradores es con su amigo Jacques Chirac porque ha sido él -y no Zapatero- quien le ha robado el protagonismo de la Cumbre de Sevilla.

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