Villarejo y Roldán, cara a cara
Si un personaje ha condicionado la vida judicial española en los últimos años, ese es el comisario jubilado José Manuel Villarejo, considerado el epítome de las cloacas del Estado, supuesto dueño de miles de archivos comprometedores y que ayer, por vez primera, se ha sentado en un banquillo de los acusados.
Enfrente, por primera vez en su vida también, ha estado el general Félix Sanz Roldán, jefe del espionaje español durante los gobiernos de Zapatero y Rajoy y a quien Villarejo presenta como su gran enemigo y culpable de todos sus males, incluida la prisión preventiva desde hace más de tres años.
Y, como testigo de excepción, a miles de kilómetros de distancia, Corinna Larsen, la antigua amiga del rey Juan Carlos de Borbón, presunta perceptora de los 65 millones de euros de una comisión cobrada por el padre de Felipe VI y supuesta víctima de las amenazadas del exjefe del Centro Nacional de Inteligencia.
Un cara a cara para muchos descafeinado, dado que el juez ha impedido al propio Villarejo representarse a sí mismo e interrogar al que fuera máximo responsable del CNI como pretendía el excomisario.
Fue Sanz Roldán el autor de la denuncia que ha llevado a Villarejo al banquillo por supuestos delitos de calumnias y denuncia falsa. Lo hizo, ha asegurado, para poder seguir mirando a la cara de los miles de agentes que cada día se juegan la vida por su país. Y lo volvería a hacer.
A pesar de todas las páginas que se han escrito sobre su enemistad, el jefe de los espías y el comisario no se conocían y por fin se han visto las caras en un pequeño juzgado de Madrid, al que Villarejo ha llegado desde la cárcel a las 9.20 horas en una ambulancia que ha atravesado una ciudad que trata de recuperarse del demoledor paso de Filomena.
Porque, aunque hay una treintena de piezas por las que está siendo investigado, el primer juicio a Villarejo no se ha celebrado en la Audiencia Nacional y no afecta a sus presuntas actividades de espionaje ilegal, sino a la entrevista que concedió a Jordi Évole en junio de 2017 en la que acusó directamente a Sanz Roldán de amenazar de muerte a Corinna Larsen y a una denuncia en la que lo acusó de filtrar una foto suya y, con ello, abortar una operación antiterrorista.
Desde Londres, Corinna en inglés —con una intérprete con la que no siempre ha estado de acuerdo— ha relatado sus vivencias. | Raúl Bellerín