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El independentismo catalán pierde fuelle y no logra seguir la estela del referéndum de Escocia

Publicado por
León

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El anuncio por parte de la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, de que convocará un segundo referéndum sobre la independencia en octubre de 2023 ha cogido esta vez con el pie cambiado al secesionismo catalán, peleado en sus cuitas internas y pendiente de otros asuntos menos épicos como la causa penal de Laura Borràs o la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Nada que ver con la primera intentona, en la que las agendas de Edimburgo y Barcelona se sincronizaron con precisión: Escocia votó sobre la independencia en septiembre de 2014 (y rechazó la secesión con el 55% de los votos) y Cataluña hizo el ensayo general de lo que luego sería el 1-O el 9 de noviembre de ese mismo año. El entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, lo vendió como una consulta y hasta salió exultante a dar los resultados y proclamar el «éxito» del proceso participativo. En esta ocasión, el referéndum escocés no ha levantado la moral de la tropa nacionalista catalana, consciente de que el ‘procés’ está en suspenso. Solo Quim Torra, entre los primeros espadas del independentismo catalán, ha celebrado con entusiasmo el anuncio de Sturgeon y ha propuesto celebrar una consulta a la vez que los escoceses. Carles Puigdemont, no tanto, pero Pere Aragonès y Oriol Junqueras han pasado más bien de puntillas.

La vía escocesa siempre ha sido el ejemplo a seguir por parte del secesionismo catalán. La celebración de un referéndum con el visto bueno del Gobierno central, como ocurrió en 2014 con David Cameron, es el objetivo de los independentistas catalanes. En cambio, la vía escocesa puede que ya no sirva, porque todo apunta a que este segundo referéndum no tendrá el aval de Londres. Y ya ha avisado que un «referéndum ilegal no se podría llevar adelante» y «no sería aceptado por la comunidad internacional».

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