Diario de León

Sánchez ultima su crisis de Gobierno en un trance crítico sin casi margen de maniobra

El deseo de preservar la coalición hasta el final de la legislatura impide alterar los ministerios de Podemos

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. JULIÁN PÉREZ

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. JULIÁN PÉREZ

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Pedro Sánchez tendrá que tomar en los próximos días decisiones sobre la composición de su Gobierno.

Las candidaturas de las ministras de Industria y Sanidad, Reyes Maroto y Carolina Darias, a las alcaldías de Madrid y Las Palmas el 28 de mayo le obliga a ello en el que sin duda es el momento más crítico para la coalición con Podemos desde el inicio de la legislatura y con la herida por la reforma de la ley del ‘solo sí es sí’ aún en carne viva.

Pero su margen de maniobra para hacer movimientos audaces es, según entienden los suyos, escaso. La fecha exacta en la que se acometerán los cambios sigue siendo una incógnita. En el PSOE siempre han dado por sentado que sería antes del comité federal que el próximo domingo ratificará las listas electorales, pero nadie pone la mano en el fuego.

Él mismo dijo recientemente, en todo caso, que sería este mes de marzo y también insistió, durante un encuentro con los periodistas que lo acompañaron en una de sus giras para preparar la presidencia de turno de la UE, en que lo que tenía en mente era algo «quirúrgico». Algunos en la dirección de su partido admiten que lo que les pide el cuerpo es romper, después de semanas de duras críticas de sus socios y de tener que escuchar cómo, desde la tribuna del Congreso, se les acusó este martes de «traicionar» a las mujeres y de comportarse como «fascistas».

Todos entienden, sin embargo, que políticamente sería un contrasentido y por eso el ala socialista del Gobierno lleva días machacando con la idea contraria: «Nos queda mucho por hacer», «es más lo que nos une que lo que nos separa»...

No es solo que sus únicas opciones de gobernar en el futuro pasen por reeditar la coalición y que quieran demostrar que, pese al ruido, su alianza ha sido y es operativa (de ahí las prisas por cerrar este mismo viernes el pacto para la reforma de las pensiones o el intento de acelerar el acuerdo sobre la ley de vivienda). Es que Sánchez también necesita que el espacio a su izquierda este fuerte y cohesionado y eso limita incluso su capacidad de presionar a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, para que dé un golpe encima de la mesa o sacrifique en el altar del consenso alguna pieza, siquiera de segundo nivel, como la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez ‘Pam’, en el ojo del huracán por actuaciones tan polémicas como la del vídeo de unas jóvenes cantando «qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar». Siempre se ha entendido que el pacto de Gobierno implicaba que los cambios en los cinco ministerios de Unidas Podemos eran terreno casi vedado al presidente.

Fue Iglesias, de hecho, quien ungió a Yolanda Díaz cuando dejó la vicepresidencia para presentarse a las elecciones de la Comunidad de Madrid. Pero también es cierto que el nombramiento de Díaz era del agrado de Sánchez, que es quien, por ley, tiene potestad para designar a quien considere oportuno, y que perfectamente podría exigir relevos. La realidad es, no obstante, más compleja. El factor Sumar La ministra de Trabajo ha sido explícita en su rechazo a «las formas» empleadas por los morados. Pero el portavoz parlamentario del PSOE, Patxi López, se quejó públicamente en la noche del día 7 de que no hubiera sido más «proactiva» en un intento de sacar a la ministra de igualdad, Irene Montero, y a la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, de su oposición frontal a la propuesta socialista para la reforma de la ley de libertad sexual.

Yolanda Díaz y Sumar

Pero en Moncloa son conscientes de que Díaz tiene sus propios problemas y que está obligada a hacer sus equilibrios por el bien de la plataforma Sumar, con la que aspira a concurrir a las elecciones y para la que también necesita a los morados. Eso explica que el martes votara junto a ellos en contra de la toma en consideración del texto del PSOE. Tampoco en el ala socialista se aprecia posibilidad de grandes cambios. La mayoría en el partido creen que Sánchez se mueve en un esquema continuista y fuentes de la dirección dan una razón para ello: la presidencia europea entre el 1 de julio y el 31 de diciembre. Creen que para que todo vaya rodado es preferible tener al frente de los ministerios a figuras ya conocidas en el ámbito comunitario aunque siempre, advierten, hay que estar listo para la sorpresa.

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