JUAN VERDE Analista político del Partido Demócrata de EE UU
«Llevo 39 años en Estados Unidos y creo que una guerra civil es posible»

Juan Verde, ayer, en un congreso en San Sebastián.
Juan Verde es un ciudadano del mundo que conserva la cadencia del acento insular, trufa las respuestas con el inglés de los Estados Unidos en los que lleva residiendo cuatro décadas y habla del ‘nosotros’ europeo. En la veintena trabajó para los Clinton, luego fue subsecretario adjunto en el Departamento de Comercio bajo mandato de Barack Obama y, en el último cuatrienio, integró el Consejo Asesor de Joe Biden. Luce la primavera en San Sebastián, donde acaba de participar junto a los exministros Borrell y García-Margallo en la jornada empresarial anual de Elkargi, y bajo el sol los negros nubarrones del trumpismo casi parecen irreales.
—¿Cómo hemos llegado a esto?
—Estados Unidos es hoy un país extremadamente polarizado. Deslocalizar la producción industrial a China tuvo un impacto severo en la capacidad económica de la clase media, sobre todo en la que no estaba formada y cuyos trabajos eran difíciles de reemplazar. Hemos pasado en una sola generación de que una persona con un buen empleo pudiera comprarse una casa, irse de vacaciones y mandar a sus hijos a la universidad a que, ahora, un trabajador ‘full time’ no llega a fin de mes. Esto tiene que ver con el distanciamiento entre el votante y los partidos tradicionales; ahí surge el populismo. Y Trump no deja de ser una opción populista.
—Ya no tiene oposición entre los republicanos.
—La suya ni siquiera es una ideología conservadora. Ha creado un culto a la personalidad, es trumpista ante todo. Y ha logrado quedarse. Se enfrentó a 17 candidatos la primera vez y les ganó. Una vez que toma el poder, hace que desaparezca toda oposición. Estamos en un asalto directo a los valores democráticos intentando manipular las instituciones, haciendo lo posible para que el sistema electoral aparezca como no legítimo, tratando de utilizar el FBI, la Policía, los jueces o los medios para concentrar más y más poder. Lo que debería preocuparnos es qué hacemos a partir de ahora; el cómo llega es más sota, caballo y rey
—Supongo que alguna vez ha coincidido con Trump.
—Sí, en dos ocasiones
—No tiene que resultar sencillo sentarse con alguien como él.
—Te das cuenta de que es una persona narcisista, egocéntrica, que se cree el salvador de la patria y que está por encima intelectualmente de los demás. No hay peor tonto que el cree que no lo es.
—Si tuviera que definirlo, ¿qué es políticamente?
—No es nada fácil. En mi opinión, es el resultado de la desestructuración de la democracia en Estados Unidos, de la fractura del sistema. En el momento en que la sociedad se polariza, la base se sitúa en los extremos, que es donde él se siente cómodo, en el barro.
—¿Está en riesgo la democracia?
—Me temo que sí. Trump se lo está poniendo muy difícil al Partido Demócrata para que pueda ganar unas elecciones de manera justa.
—¿Cómo?
—Cuestionando la legitimidad del sistema: funciona si yo gano; si no, es porque hay trampa. Y utilizando todas las instituciones a su favor. Si pones y quitas a los jueces para que luego definan los distritos electorales, eso te permite crear un sistema que no es justo. Yo llevo viviendo en Estados Unidos 39 años y creo que una guerra civil es posible. No probable, pero por primera vez en mi vida creo que es posible. Y eso tiene que ver con la extrema polarización. Hay casi 300.000 milicias armadas con señores que entrenan los fines de semana porque creen que el sistema está en su contra y que la democracia no es legítima. Eso es muy preocupante. Y ya lo hemos vivido antes, con Mussolini, con Hitler. —¿Por qué el Partido Demócrata no supo dar respuesta a los expulsados de la globalización?
—Perdió su rumbo. Durante décadas tuvo como base a los sindicalistas, a los empleados públicos, a los de las fábricas de la industria, las minorías, los inmigrantes. Abandonamos ese espacio político, en parte porque el partido está en manos de una lucha visceral entre la parte más a la izquierda y la que se parece más a un partido conservador en política económica.