Diario de León
Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

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LA DESERCIÓN de dos diputados regionales madrileños del PSOE constituye, como es obvio, un gravísimo contratiempo para este partido, pero también ataca de raíz al escaso crédito que la clase política ha conseguido acopiar en el cuarto de siglo de trayecto democrático. Cuando había quedado atrás una etapa jalonada de corrupciones y las grandes fuerzas parecían haber controlado a sus organizaciones hasta garantizar que no se reiterarían aquellas desviaciones, esta defección oscura, que atufa a venalidad, ha generado en primera instancia, y antes de la atribución concreta de responsabilidades, una general indignación en la opinión pública. Éste es el daño más grave. Tras escuchar a los diversos actores del drama, ya puede asegurarse que los móviles que han impulsado a tamaña indignidad a los diputados Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez no son políticos. No cabe que esta traición pueda justificarse con el argumento de la oposición de ambos a los pactos con IU, toda vez que, perteneciendo Tamayo a los órganos rectores de la FSM, nunca expresó semejante discordancia. Tampoco es en modo alguno verosímil que el Partido Popular haya tenido alguna intervención en este asunto, cuyo desarrollo no releva precisamente gran inteligencia política. De momento, y a falta de mayores claridades, todo indica que la explicación más probable es la que ha avanzado IU: la «conspiración económica». En las negociaciones entre PSOE e IU para formar gobierno se había barajado la posibilidad de que la formación minoritaria se hiciera cargo de la consejería de Urbanismo y Vivienda. Curiosamente, los desertores pertenecen a una facción del PSOE, «Renovadores por la Base», cuyo líder, José Luis Balbás, posee empresas inmobiliarias y ha tenido abierto un expediente por esta razón en el comité de ética del PSOE. La denuncia había sido formulada por Enrique de Benedicto, marido de Ruth Porta, mano derecha de Rafael Simancas y candidata segura a una consejería. De momento, sólo son indicios, pero las casualidades no suelen existir cuando se habla de corrupción. Tamayo y Sáez han entrado ya en esa categoría deleznable de los réprobos políticos, por lo que pueden dar por consumida su carrera política y es probable incluso que hayan de soportar una merecida hostilidad social.

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