Rajoy se «troncha de risa» con Felipe

El temporal que cerró febrero se ha convertido en el animador de la campaña, lo que da cuenta del ni-velazo del debate. Hace unos días, el avión de Rajoy fue incapaz de aterrizar en San Sebastián, debido a la ventisca. Ayer, la nieve casi le impide llegar a su única cita dominical: un mitin al mediodía en el pabellón de Logroño. Rajoy viaja en un coqueto reactor privado. El medio centenar de periodistas que lo siguen parten un poco antes que él, en un trotón avión de hélice. El bimotor de la prensa se menea como un flan bajo las turbulencias. Pero merced a la pericia de su veteranísimo comandante, aterriza en los aeródromos más inhóspitos, esos que se le resisten al candidato. «Allá vamos, a ver qué pasa...», anuncia por la megafonía el correoso piloto de la prensa, parapetado tras sus gafas de sol camp. Luego mete el turbo cara abajo... y sálvese quien pueda. Tanta intrepidez le ha hecho ganar ya el mote de Barón Rojo, aunque el ala más sarcástica de la caravana prefiere referirse a él simplemente como Mohamed Atta. Coñas al margen, visto ayer des-de el aire, Logroño parecía una tarta helada. Cuando iba a aterrizar el reactor de Rajoy, comenzó a nevar de manera tan cruda sobre el pequeño aeropuerto que el candidato puso rumbo a Zaragoza, dejando el mitin del día en el alero. Al final, se abrió un claro oportuno, dio media vuelta y aterrizó. En Sevilla, muy lejos de donde ocurrían todas estas pequeñas aventuras, Felipe González se enteraba de la peripecia y contaba en un mitin que Mariano Rajoy no había podido alcanzar Logroño y había suspendido el acto, lo que sirvió al ex presidente para bromear sobre la ineficacia del PP. Además, le lanzó una carga dura, pues Felipe no ha acabado de digerir su derrota de 1996 y se ha vuelto rencorosillo con sus oponentes: «Un señor que le llama hilillos a 50.000 toneladas de mierda no puede gobernar». Rajoy supo de la andanada nada más llegar a Logroño (su gabinete le pasó un teletipo, que mostró luego al público del mitin) y respondió de una manera sui generis, que quizá resume su peculiar talante: «En Dos Hermanas, un señor al que no voy a nombrar, sino dicen que digo cosas; ese señor, digo, al que yo nunca le he hecho nada, decía cosas... Yo me troncho de risa con lo que dice ese señor». Al margen de la noticia de Felipe, Rajoy abrió su intervención del día dándole a su público una buena nueva: «La Guardia Civil ha detenido en Cuenca a dos terroristas con dos coches cargados con cientos de explosivos, que iban a Madrid a hacer eso que está en la mente de todos». El pabellón estalló en un lógico y enorme aplauso. Entonces Rajoy, a su fina manera, no perdió la ocasión de colgarle la medalla al PP: «Quiero felicitar a la Guardia Civil por esta operación. Si soy presidente seguiré con esta misma política antiterrorista, que ya practiqué como ministro del Interior». Tras calificar el terrorismo como «el mayor problema que tenemos», dejó caer solapadamente que a su rival el tema le queda grande: «¡Cuidado!, en la lucha contra el terrorismo no caben bromas ni genialidades». Rajoy necesita vestirse de éxito, porque la meta real, la mayoría absoluta, no aparece clara. Ayer, en la única encuesta del día, publicada en un periódico afín, el listón del 176 seguía en duda. Pero lo que no parece dispuesto es a jugarse la carta del debate televisado, un ejercicio imprescindible en las de-mocracias acrisoladas. Esa demanda la eludió con una excusa que sabe a poco. Rajoy alega que no tiene un solo rival, sino cuatro: «Carod, Labordeta, Llamazares y el otro», por Zapatero. Así que «yo no estoy dispuesto a hacer el indio; me siento si se sientan todos esos señores que piensan lo mismo». «Felicito a la Guardia Civil por su operación de esta mañana contra ETA. Si soy presidente seguiré la misma política antiterrorista»» MARIANO RAJOY