Diario de León

Crónica | El Plan Hidrológico, gancho electoral en Almería y Murcia

Vendiendo riego para los tomates

La España sedienta vibra con el trasvase multimillonario que ha iniciado el Partido Popular, Rajoy lo sabe y les pregunta: «¿Cómo os traerá el agua ZP?, ¿en botellines?»

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La bonanza tomatera ha aupado a El Ejido, que se ha convertido en un imán para jornaleros marroquíes y eslavos, a los que pagan unas 6.000 pesetas/día. Sus incidentes racistas la convirtieron en el símbolo de las fricciones raciales. Mariano Rajoy visitó ayer Almería. No dedicó una palabra a la inmigración; aunque es conocido que desde que pasó por Interior la considera el reto capital. Por contra, vendió con eficacia el Plan Hidrológico Nacional, una obra faraónica (tres billones de las antiguas pesetas), que vivificará el sur bajando aguas desde Aragón y Cataluña. Es un proyecto que a los norteños nos suena lejano, ajeno, pero que en la España sedienta apasiona. Así que Mariano casi sale a hombros cuando prometió culminar el PHN y lo contrapuso a la postura del PSOE ante el proyecto: «Ellos han votado en el Congreso contra el Plan Hidrológico. ZP estuvo aquí y os dijo que él traería el agua. ¿De dónde?, ¿de la lluvia?, ¿o la traerá en botellines de agua mineral?». Lo de ZP parece haber resultado un invento do demo: Rajoy se regodea cada vez que vocaliza lentamente las dos letras; no hay telonero del PP que no se mofe de la marca. Llamándolo ya por su nombre entero, el candidato conservador se entregó a la demolición total de su rival «Son un riesgo para España. Zapatero manda menos en su partido que en Portugal». Rajoy visitó El Ejido, sí. Pero en versión chic. Nada de jornaleros guiris achicharrados bajo el plástico. Mariano recorrió una fábrica de empaquetado de vegetales que parecía Xanadú. Para que se perciba el nivelón, baste con decir que en el vestíbulo había una fuente con cascada incluida. En su recorrido por la cadena de producción de la factoría se percibió su timidez aún no curada. Vestido con bata blanca de científico, saludaba a las currantas envarado, con frases cortas. Ellas, aleccionadas, apenas levantaban la cachola de las cajas de hortalizas. Tanteamos a una de las chicas interpeladas: «Bueno, ¿qué te dijo el líder?». Y ella: «Pues me dio la mano y me preguntó cómo estaba». «Ahora le votarás, ¿no?». La andaluza se vuelve gallega: «Uy, eso ya veremos...». Rajoy, por contra, sí le va cogiendo el truqui a los mítines. Viéndolo arrebolado en Almería y Murcia, casi diríamos que el hombre prudente se nos está... ¡aznarizando!

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