El esfuerzo de decenas de forenses no consigue aún filiar a 10 víctimas

Minutos antes de las ocho de la mañana del 11 de marzo un grupo de asesinos voló cuatro trenes de cercanías y convirtió tres estaciones madrileñas en un escenario de horror y muerte. Decenas de cadáveres se mezclaron en los vagones y en las vías con cientos y cientos de heridos.a los supervivientes. Al mismo tiempo se diseñó y se comenzó a ejecutar un plan para rescatar e identificar a los casi 200 fallecidos, no sólo por cumplir con los requisitos legales sino, sobre todo, para paliar cuanto antes la ansiedad y la incertidumbre de decenas de familiares, que no sabían si sus seres queridos desaparecidos estaban o no entre los asesinados. En un escenario de pesadilla, repleto de cadáveres y de cuerpos mutilados, comenzaron a trabajar decenas de forenses y de especialistas en la identificación de personas a través de ADN -el DNI biológico-. De los 195 cadáveres los que hasta el 18 de marzo se tuvo constancia -incluidos muertos en el acto y fallecidos en el traslado o en centros sanitarios-, a 155 fue posible identificarlos en los tres primeros días mediante las distintas técnicas forenses. Las huellas digitales permitieron identificar 119 cuerpos, la radiografías bucales otros diez, trece mediante reconocimiento fotográfico, siete por identificación directa de sus familiares y seis gracias a sus características antropométricas. Pese a la investigación realizada, fue imposible establecer la identidad de varias decenas de fallecidos con estas pruebas tradicionales. Se trataba de casos concretos, sobre todo cuerpos muy fragmentados por las explosiones. El trabajo exhaustivo permitió determinar hasta el jueves la identidad de 29 de 39 cadáveres anónimos. En otros diez casos todavía no ha sido posible.