Diario de León

«Pero, ¿qué ha hecho Rodríguez Quirós para merecer esto?»

El cruce de acusaciones personales para defender las posturas políticas dejó el debate de las cuestiones municipales al margen para abundar en terrenos más acordes con la escatología

Publicado por
A. Caballero - león
León

Creado:

Actualizado:

Y se marcharon, que en León no se va nadie; eso queda para otros sitios en los que el castellano ha labrado otro trayecto, otros usos, otros tiempos... Otro carácter. El de un «pueblo que con los dientes ama y reza», como dejó escrito Victoriano Crémer. La cosa es normal. Se empezó la sesión plenaria con la petición de una mano inocente, para el sorteo de número que determinaran los integrantes de las mesas electorales del referéndum de la Constitución Europea, y se acabó en busca de culpables. En la rueda de reconocimiento no faltó nadie: de frente y perfil -cada uno el suyo-. Como se necesitaba un juez para emitir el veredicto, a los concurrentes se les ocurrió que el más veteranos de los que pisan León, que otrora fuese presidente de la Audiencia Provincial, sería el adecuado. Sacaron a don José Rodríguez Quirós -el cargo viene dado por los reconocimientos y trayectoria que acumula- de su retiro y lo pusieron en medio del cruce de acusaciones personales. José María Rodríguez de Francisco tiró del parentesco que une al magistrado con Javier Chamorro para hablar de sobrinazgo, y éste le pidió que dejase a la familia en paz. «Si yo hablo aquí de su padre o madre me tira por la ventana, o lo intenta». El amago de disculpa de su precursor político se quedó a medias, ya que al sentir la cariacia del apellido familiar el portavoz de la UPL se levantó. Y con él todo el ala izquierda del salón plenario. «Pero, ¿qué ha hecho Rodríguez Quirós para merecer esto?», mumuraban en las butacas del vulgo. Lo tenían preparado para el momento de la votación, pero hubo que improvisar el movimiento, que no quedó demasiado acorde y sí muy ruidoso -la coreografía no era de Farruquito- antes de que Amilivia les despidiera: «Es un numerito deliberado para los que no quieren debatir sobre la gestión de la ciudad». El primer edil había tenido una confusión anteriormente: «Tiene usted la palabra, señor alcalde», le invitó Mario Amilivia a Francisco Fernández. «Ya veo que lo lleva muy dentro», contestó el antecesor entre risas. La lectura, uno por uno y casi hasta la mitad, de los organismos para su aprobación le había dejado cansado. «Lo que tienen que hacer es tragar», había reconvenido Rodríguez de Francisco a sus antiguos socios de gobierno, pero al noveno masticado -que el 9 fue un número muy sonado y cómplice- las tragaderas no pudieron más y por las escaleras vomitaron a los trece concejales que ahora no tienen despacho individual. Al socaire de la Constitución Europea y el predicamento de su lectura, alguno se acordó del Quijote: «Ladran, luego cabalgamos, Sancho».

tracking