Diario de León

El mal de las «vacas locas» afecta ya en León a sólo uno de cada 7.000 amimales

Las explotaciones ganaderas han sufrido miles de controles cada año en el último trienio

Las explotaciones ganaderas han sufrido miles de controles cada año en el último trienio

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A. Núñez - león
León

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La llamada enfermedad de las «vacas locas» o encefalopatía espongiforme bobina, que hizo saltar todas las alarmas alimentarias en el año 2001, es ya sólo un mal recuerdo para los veterinarios de la Junta, que el año pasado tomaron más de 11.000 muestras en los mataderos. Un total de 7.311 de ellas fueron de vacas y toros, de los que sólo una dio positivo frente a diez en el año anterior, siete en el 2002 y ocho en el 2001. Se supone que la enfermedad tiende a remitir de forma paulatina hasta su desaparición total, una vez importada desde las granjas inglesas, irlandesas y portuguesas, donde los índices de la enfermedad eran hasta veinte veces superiores a los registrados en las zonas más afectadas de León, fundamentalmente en la ribera del Esla y sus cultivos forrajeros que se complementaban para los animales con piensos de origen cárnico. Según la memoria anual de la Junta, «el total de muestras de tronco encefálico para la determinación de la encefalopatía bobina fue de 7.311» en todos los mataderos de la provincia. Ovejas «modorras» Los controles de los técnicos de la Junta se han extendido también al sacrificio en los mataderos del ganado ovino y caprino, del que se sospechaba una patología similar desde antiguo al de las «vacas locas» y que se conocía vulgarmente como la enfermedad de las «ovejas modorras», porque quedaban materialmente inmóviles y se sacrificaban en los pueblos antes de culminar su ciclo productivo aprovechando todo, curiosamente menos la cabeza. En las estadísticas europeas este tipo de encelopatía espongiforme causó menos alarmas que en la bovina, seguramente debido al menor consumo de este tipo de carne, aunque las inspecciones se han endurecido y generalizado desde que los investigadores relacionaron ambas enfermedades y la posibilidad de su transmisión al hombre por vía alimentaria. También en este caso el total de muestras tomadas en los mataderos de ejemplares de ovino y caprino fueron 4.143 durante el pasado año, registrándose un único caso positivo, que pasó completamente desapercibido para la población y los consumidores. Todas las incidencias fueron comunicadas a los servicios territoriales de Agricultura y Ganadería, que se limitaron a controlar las granjas para cortocircuitar la extensión de la enfermedad. En los últimos años la enfermedad de las vacas locas ha provocado, por una parte, una fuerte caída en el consumo de este tipo de carne, ahora recuperado, y, por otra, un reguero de subvenciones a los ganaderos, primero por sacrificios masivos de ganado y luego selectivos, una vez pasada la alarma inicial. En el 2.003, por ejemplo, la Junta pagó casi dos millones de euros por el sacrificio, reposición y lucro cesante de casi un millar de cabezas de ganado vacuno. Ahora la demanda de los consumidores se ha recuperado y los ganaderos han sido acallados con subvenciones públicas.

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