Diario de León

Un camaleón equilibrista

De marxista-leninista a presidente de los empresarios catalanes, Josep Piqué ha demostrado ser único para adaptarse a las circunstancias aunque, como esta vez, le sean contrarias

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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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La capacidad de Josep Piqué Camps (Vilanova i la Geltrú. 1955) para amoldarse al paisaje no tiene límite. Antes incluso de entrar en la alta política fue capaz de viajar desde el marxismo leninismo del PSUC, en el que militó durante la transición, a presidir el Círculo de Economía, sancta sanctorum del empresariado catalán. En el camino, tuvo tiempo de ser fiel colaborador de Pujol, que le nombró director general de Industria de la Generalitat. El viaje es difícil pero hacerlo sin dejar cadáveres es cosa de magia. Todavía hoy, comunistas, nacionalistas y empresarios hablan bien de Piqué. Otra de sus virtudes recono-cidas es la de salir indemne de situaciones imposibles. Varias veces ha estado en el sitio más inoportuno en el peor momento posible. En 1988 fue fichado por el empresario Javier de la Rosa y poco después era ya consejero de Ercros, que en 1992 protagonizó la suspensión de pagos más abultada de la historia de España (215.000 millones de pesetas en deudas). Pero Piqué no se inmuta. Primero se ofreció, sin éxito, a ser diputado de CiU en Madrid. Y en 1995 conoció a Aznar, al que encandiló de inmediato. Un año después era ya ministro de Industria del Gobierno del PP. Dos años más (1998) y nuestro hombre es portavoz del Gobierno. La voz de Aznar. La prensa escudriñó su delicada actuación en Ercros y también su peculiar fórmula de «optimizar» las declaraciones al fisco. Su dimisión se anunciaba cada día. Pero, una vez más, salió airoso. Tanto, que en el 2000 es ya la imagen de España en el mundo. Ministro de Asuntos Exteriores. Allí hizo célebre la diplomacia del «cabezazo». Hasta siete genuflexiones hizo ante George W. Bush en su visita a España en el 2001. La suerte llamó de nuevo a su puerta y se salvó de la quema del Gobierno del PP en el 14-M. Poco antes había vuelto a Barcelona para hacerse cargo del PP catalán a costa de Vidal Quadras y Alberto Fernández. Allí navega entre las procelosas aguas del tripartito, el pospujolismo y el 3%. Hoy, intenta su última pirueta. Controlar el PP. Probablemente nadie en España ha estado tan cerca de Aznar. Ha sido su voz. Su amigo personal. Su ahijado político. Pero pocos meses después del 14-M Piqué ya critica a Aznar y se declara acérrimo de Rajoy en el congreso del PP (octubre del 2004). No ha pasado un año y ya cuestiona el liderazgo y los nombramientos de Rajoy. Opina que Acebes y Zaplana «conectan con el pasado». Él fue ministro de Aznar mucho antes que cualquiera de los dos.

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