Diario de León
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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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El solemne llamamiento de Rajoy al PP para mirar al futuro y trabajar unidos para ganar las próximas elecciones ha caído en saco roto. Su golpe sobre la mesa parecía un último intento de acallar las públicas diferencias de criterio entre dirigentes. Lejos de acallarse, esas disputas van en aumento y cada vez se expresan con más naturalidad. El resultado es que después de ese intento frustrado de imponer su autoridad Rajoy sale más debilitado de lo que estaba. En tiempos de Aznar hubiera sido impensable algo como lo ocurrido en torno al recurso sobre los matrimonios homosexuales. La situación evidencia las dificultades de Rajoy para ejercer la tarea de oposición. La brecha principal, pero no la única, es la que existe entre quienes quieren reeditar el estilo de oposición frontal y agresivo contra el PSOE que llevó a Aznar al poder y quienes plantean una renovación de caras y de formas con un discurso más centrado. Los rostros visibles del primer grupo serían Acebes y Zaplana, aunque también está Carlos Aragonés, mano derecha de Aznar en el anterior Gobierno. En el grupo de renovadores se encuentra Josep Piqué, quien más abiertamente expresa sus tesis, pero también el presidente balear Jaume Matas y el valenciano Francisco. Sin formar un grupo organizado, en ese deseo de renovación y centralidad coincide también Alberto Ruiz Gallardón, con menos adeptos en el partido que los anteriores. La continua presencia pública de Aznar, que desde la fundación Faes que preside lanza mensajes más agresivos y más a la derecha que los de Rajoy, obliga al nuevo presidente del PP a difíciles equilibrios para ocultar la discrepancia. Y al discurso de Aznar se suman también valores emergentes surgidos de Faes como el diputado y presidente del patronato de la fundación, Javier Fernández-Lasquetty. Otra brecha abierta en el PP es la que se forma entre los ultraliberales, encabezados por la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, y quienes propugnan un modelo más social. Los primeros se centran en un discurso económico liberal a ultranza con escasa preocupación por cuestiones morales. Los segundos, de origen demócrata cristiano, estarían representados por Mayor Oreja y Arenas, entre otros. Rajoy tampoco está recibiendo demasiada ayuda de los hombres de Rato que todavía confían en que el actual director del FMI vuelva para tomar un día las riendas del partido. La ausencia de un fuerte liderazgo propicia también enfrentamientos personales como el del presidente valenciano Francisco y su antecesor, Eduardo Zaplana, que rechazó intervenir en el debate sobre el estatuto valenciano para no dar una baza a su enemigo. La aparente anarquía ha llegado a poner en dificultades a Rajoy. Pese a que Rajoy era partidario de votar en contra del modelo para financiar la sanidad que proponía el Gobierno hubo presientes como el castellanoleonés Juan Vicente Herrera, el balear Jaume Matas o el navarro Miguel Sanz, que se negaron para no renunciar al dinero. La crisis obligó a la solución de la abstención.

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