Diario de León

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«¡Benedicto, oé, oé... Benedicto XVI»

Una marea humana blanca y amarilla aclamó al Papa en un día muy caluroso. El Santo Padre comió paella

El público llenaba aceras y puentes en la ruta del papamóvil

El público llenaba aceras y puentes en la ruta del papamóvil

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e.c valencia
León

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«¡Benedicto, oé, oé, Benedicto XVI!». Con este grito, como si fuera una estrella del Mundial, saludaban al Papa numerosos jóvenes llegados de toda España. No fueron los únicos gritos de apoyo que se escucharon durante un día de calor asfixiante agravado por la altísima humedad, lo que provocó lipotimias en muchos peregrinos. «¡Viva el Papa!», «¡Se nota, se siente, el Papa está presente!», «¡Benedicto, amigo, el pueblo está contigo!», «¡Mucho Papa, mucho Papa, es, es!» o, en la estación de Jesús, «¡No estamos solos, Benedicto está con nostros», fueron los más coreados. Durante todo el día, una marea humana amarilla y blanca aclamó al Pontífice. Indudablemente Joseph Ratzinger no tiene el carisma de su antecesor polaco, Juan Pablo II, pero tampoco responde a la imagen de hombre adusto y de hierro que data de sus tiempos de «guardían de la fe» en la Santa Sede. Ayer, los fieles españoles le dieron continuas muestras de cariño y se acostumbraron al nuevo Pontífice. «Se le ve contento», decía emocionada una monja tras ver pasar su «papamóvil». «Nosotros con ver al Papa nos damos por satisfechos», afirmaba un joven que había dormido la noche anterior en la calle. «Dicen que va a ser un Papa de transición, pero yo creo que va a dejar su huella en la iglesia», afirmaba una mujer. En la primera jornada de su viaje apostólico a Valencia, Benedicto XVI comió paella. Era inevitable.

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