Diario de León

«No recuerdo una boda o bautizo desde hace dos años o más, pero sí entierros»

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A. Núñez - león
León

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Tomás Blanco, alcalde de Castrillo de Cabrera, lo tiene claro. Administra seis pueblos que suman un total de 200 habitantes, a una media de poco más de treinta cada uno, de los cuales sólo media docena son niños en edad escolar, que acuden a clase en Quintanilla de Losada «en un taxi que paga la Junta». La edad media de los vecinos sobrepasa ampliamente los 60 años y, colegiales aparte, los pocos que trabajan ya no se dedican a la agricultura o ganadería, como antaño, sino a las pujantes canterras de pizarra en Odollo y Corporales, que quedan a una distancia de más de quince kilómetros. Para él lo más que se puede hacer es resistir. «Creo que la última boda que tuvimos fue hace dos años en Castrillo y el último bautizo hace uno, en Nogar». Según Blanco, los pueblos de Castrillo podrán mantenerse y crecer un poco, en el mejor de los casos, si desde las administraciones públicas se dota a la zona de mejores comunicaciones que diversifiquen la economía hacia el turismo como actividad complementaria de la economía actual. Poco más se puede hacer, lo mismo que en los municipios del entorno, con los cuales no es partidario de fusionarse: «ellos están endeudados hasta las cejas y nosotros no; vamos tirando con un presupuesto anual de 30 millones de las antiguas pesetas, tenemos una secretaria municipal y un auxiliar a medias con otros ayuntamientos y hemos conseguido obras por casi un millón de euros durante los últimos cuatro años. «El problema», añade, «es la carretera, incluso para ir al médico». Una pareja en Vegaquemada En Vegaquemada la alcaldesa Isabel Fresno tampoco tuvo altas en los padrones de 1999 al 2004, aunque hubo más suerte el año pasado: nacieron dos niños, lo que no es mucho para un total de ocho pueblos y 450 habitantes censados en el municipio. «Bodas tenemos más, porque como León cae cerca muchos de los que se habían ido vuelven a casarse al pueblo». En cuanto a población escolar, cree que lo del último quinquenio fue una mala racha: todavía quedan veinte chavales que un autobús lleva a diario a los colegios de Boñar. Por lo demás, la decadencia de Vegaquemada sólo podría frenarse con los recursos turísticos que oferta la montaña. «¿Por qué hemos ido para abajo a pesar de estar tan cerca de Boñar? Allí sólo hay tres comercios y poco más, así que las inversiones para mantener nuestros pueblos van a depender de nosotros, aunque se hagan poco a poco».

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