Diario de León

Falta la trituradora para aprovechar los residuos forestales del pinar

Luyego da lecciones de desarrollo rural

Luyego instala placas solares en los consultorios y una caldera de biomasa en la escuela María Luisa Rod

León

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Tabuyo es uno de los escasos pueblos que aún creen en sí mismos. Con algo más de 300 habitantes, es el núcleo más poblado del municipio de Luyego, que tiene actualmente 828 habitantes y dedica a la defensa nacional -el campo de tiro del Teleno- 30 de sus 132 kilómetros cuadrados. Cuenta Luyego con otro recurso natural de primer orden, un gran pulmón verde de 15.000 hectáreas de las que 3.300 hectáreas corresponden a este municipio. El bosque de pinus pinaster es uno de los dos pinares autóctonos de la provincia; el otro es el de Puebla de Lillo. Luyego es también el municipio más combativo con el campo de tiro del Teleno; pero, desde hace tiempo, mira más allá de este recinto prohibido y reservado al entrenamiento militar, que comparte con Santa Colomba de Somoza, Brazuelo, Santiagomillas, Val de San Lorenzo y Lucillo. Actualmente, Luyego es puesto como ejemplo de uso de energías limpias por el Ente Regional de la Energía, porque dentro de sus programas experimentales ha instalado paneles solares térmicos en la escuela y cuatro consultorios médicos de otros tantos pueblos para calentar el agua y es el primer ayuntamiento que instala una caldera de biomasa en un edificio público, en concreto en la escuela ubicada en Tabuyo. El uso de energías renovables y limpias a pequeña escala y la diversificación de la economía local a partir de los recursos naturales (setas, pinos, turismo) son uno de los retos de la sostenibilidad de este municipio, de los pocos de menos de mil habitantes donde hay empadronadas más mujeres (428) que hombres (400), si bien es cierto que más de la mitad de ellas superan los 65 años. La Junta Vecinal de Tabuyo y el Ayuntamiento de Luyego no pensaron dos veces la oferta para adquirir una caldera de biomasa con la que calentar las lecciones diarias de un puñado de niños y niñas en la única escuela que queda abierta en el municipio. Costó más de 12.000 euros. La tecnología más avanzada en combustión vegetal, traída desde Austria, calienta el bello edificio de pieda de 1919 que, recientemente restaurado, alberga la escuela, la casa de cultura y un gimnasio que la escasa población infantil comparte con las muchas mujeres mayores que acuden a las clases diarias de gimnasia de mantenimiento. La biomasa, de Palencia Pero la carencia de una política integral de sostenibilidad hace que el combustible para esta instalación, madera y restos de madera triturados, tenga que ser adquirida en Palencia, de la planta de astillado de Valcabadillo, en lugar de aprovechar los desechos de la inmensa masa de pinus pinaster sobre la que, desde el embalse de Valtabuyo, sólo sobresale la iglesia del pueblo. La alcaldesa de Luyego, María Luisa Rodríguez, apunta las posibilidades que tienen de producir biomasa en el municipio y en el entorno del Teleno, pinar en el que, tras el fenecimiento de la industria de la resina, el principal aprovechamiento es el maderero y la nada desdeñable recogida de setas en las temporadas de otoño y primavera. También se aprovechan las urces, una actividad secular en la comarca que la Cooperativa Forestal del Teleno ha reconvertido para usos modernos al utilizar estos arbustos para fabricar setos o cubiertas naturales. Pero la asignatura pendiente es la explotación del los restos de madera del pinar para la obtención de biomasa. Para poner en marcha esta actividad es necesario instalar en su entorno una planta trituradora, subraya la edil. El presidente de la junta vecinal, José Luis de Abajo, entidad propietaria de la escuela, subraya la comodidad de la calefacción automatizada de biomasa que con una potencia de 45 kwt tiene capacidad para calentar el edificio completo (escuela más casa de cultura), aunque de momento sólo hay instalados radiadores en el recinto escolar. No aprovechar el recurso en el entorno inmediato va en contra de los principios del proyecto, que es la sustitución del uso de combustibles fósiles por energías renovables. «Si tenemos que gastar el gasóleo para ir a Palencia bien poco hacemos por el medio ambiente», reconoce. El Ente Regional de la Energía también lideró un proyecto para instalar un pequeña central térmica de biomasa en el municipio segoviano de Cuéllar para abastecer de agua caliente a usuarios particulares en esta población de unos 7.000 habitantes. La caldera aprovecha como combustible la corteza de pino y cáscara de piña, un residuo excedentario en la comarca. El proyecto incluía la experimentación con un prototipo de máquina que tritura y recoge la materia prima directamente en el monte. «Nos gustaría que el proyecto fuera completo también aquí para que realmente aporte algo a la sostenibilidad», indica Rodríguez. De Valtabuyo al sol La experiencia con las energías renovables en Luyego llegó de la mano de la presa de Valtabuyo, en la que se pensó instalar, inicialmente, un salto hidroeléctrico. Pero el proyecto no se consideró viable. Tampoco fueron positivos los resultados de un estudio para explotar la energía eólica en el municipio. Así que, finalmente, optaron por la biomasa y la energía solar térmica y fotovoltaica en pequeñas experiencias modélicas. El Ente Regional de la Energía adquirió la caldera de biomasa para la escuela de Tabuyo y el Ayuntamiento tiene que amortizarla en tres quinquenios con aportaciones de unos 1.500 euros anuales. El ejemplo ha cundido y pronto serán tres las calefacciones de biomasa en funcionamiento en este pueblo, una más en una casa particular y otra en la cooperativa que ultima sus instalaciones para cultivo y transformación de setas y elaboración y degustación de productos artesanales. En Priaranza de la Valduerna se instaló en la escuela -ahora cerrada- no sólo la energía solar térmica; también cuenta con un panel de energía solar fotovoltaica que ya suministra luz a la red y reporta al municipio unos humildes ingresos de unos 1.200 euros al año. «Tabuyo fue el primer pueblo de la provincia que se adoquinó por la riqueza del monte; ahora ya no hay resina, pero tenemos madera, setas, caza y biomasa» MARÍA LUISA RODRÍGUEZ, alcaldesa de Luyego

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