Diario de León

«Es muy complicado prevenir algo así»

Los compañeros de Miguel Ángel López reconocen que la mayoría de los conductores son respetuosos con su trabajo

Mesquida coloca la distinción en el féretro del agente fallecido

Mesquida coloca la distinción en el féretro del agente fallecido

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J. Álvarez - león
León

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Era poco más de la una de la tarde cuando el delegado de Gobierno, Miguel Alejo, abandonaba el tanatorio de la capital leonesa, acompañado por el subdelegado en León, Francisco Álvarez, el alcalde, Francisco Fernández y el regidor de San Andrés, Miguel Martínez. En su rostro consternación. Apenas habían abandonado las instalaciones cuando dos nuevas autoridades se acercaban a presentar sus condolencias a la familia del agente, en esta ocasión eran, Javier Chamorro, vicealcalde, y Miguel Ángel Fernandez, concejal de Economía y Hacienda del consistorio leonés. Mientras, los compañeros de Miguel Ángel desfilaban por la rampa del tanatorio leonés de forma constante para después reunirse en grupo, ya en las afueras del mismo, y un poco más tranquilos apoyarse los unos a los otros. Un poco traspuestos por el dolor de la pérdida de un compañero, sólo uno de los agentes acertaba a reconocer que «desgraciadamente son hechos que cada vez se producen más en las carreteras», para acto seguido reconocer la dificultad con la que se encuentran cada día en su trabajo: «Es muy complicado prevenir un hecho así ». Los compañeros de Miguel Ángel, que permanecieron buena parte de la mañana en el tanatorio, reconocían que «suelen ser los conductores jóvenes, aquellos a los que más les cuesta respetar los controles rutinarios»; y aseguraban que por lo general cuentan con la buena y constante colaboración «de los más veteranos al volante», lo que sin duda hace más gratificante su trabajo. A pesar del trágico incidente, todos los agentes comprendían que «al menos» los dos autores del atropello ya se encontraban a disposición judicial en los juzgados de Benavente y asentían, en su profesionalidad, que cada día deben esforzarse en proteger la seguridad de las carreteras, aunque a veces sea un trabajo de máximo detalle ya que «siempre y en cualquier momento te puedes encontrar a un despiadado a bordo de un mercedes». A su lado, otros compañeros del agente fallecido, estos de uniforme, que recordaban la figura de Miguel Ángel, perdían sus pasos por los alrededores del tanatorio y observaban pacientes los momentos que se sucedían cargados de emoción durante toda la mañana con el aplomo que requería el momento y que imprime el uniforme, un traje que su compañero puso el miércoles por última vez. Una vecina del pueblo, Quintanilla de Sollamas, y de escalera en el barrio de Paraíso Cantinas llegaba silenciosa a última hora de la mañana. Tras abrazarse con aquellos compañeros de Miguel Ángel que más lo necesitaban y enfilar la rampa que la llevaría a despedirse de él, la joven echó hacia atrás su mirada como si quisiera volver al pasado y evitar así la tremenda pérdida que significa quedarse sin un amigo.

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