Diario de León

| Crónica | Cómo asumir las pérdidas |

«Lo mejor es romper a llorar»

Lo peor es la gente que no llora, que no lo exterioriza, que se lo guarda». Algunos «se quedan callados» y no dicen nada de lo ocurrido, como si se negaran a aceptarlo

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César Calvar - madrid
León

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«¿Por qué me ha pasado esto a mí?». Es la pregunta que más han oído los psicólogos presentes en los pabellones 6 y 8 de Ifema de boca de los familiares de las víctimas, a las que acompañan en el amargo trance de reconocer los cadáveres de los suyos. Son momentos muy difíciles, en los que no todas las víctimas reaccionan igual, y hay que estar preparados para lo que pueda ocurrir. Los profesionales coinciden en que «lo mejor es que rompan a llorar» para exteriorizar su dolor y liberarse de la tensión y el desconcierto acumulados. Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del dispositivo especial de la Cruz Roja, explicó que «la llegada es muy dura y dramática para los familiares» porque arriban a la morgue sin ninguna información, algunos procedentes de otros puntos de España, y sin saber con qué se van a encontrar. «Algunos rompen a llorar, y eso es positivo». Lo peor es la gente que no llora, que no lo externaliza, que se lo guarda». Algunos, explica, «se quedan callados» y no dicen nada de lo ocurrido, como si se negaran a aceptarlo, y todo eso dificulta que asimilen el desastre que les ha tocado vivir. «A corto plazo es muy complicado saber qué tipo de dolencias pueden sufrir», augura. Rodríguez forma parte de un dispositivo de 300 personas en el que participan 19 equipos multidisciplinares, en los que hay psicólogos, ATS, trabajadores sociales y socorristas de acompañamiento de 17 comunidades. Los psicólogos, subrayó, «estamos pegados a las familias» en el momento de la llegada, en los traslados y en la visualización de los cuerpos, sin duda el trance más amargo. Tres frases Lo fundamental es que las víctimas perciban que alguien les escucha y está dispuesto a ayudarles en las tres fases que los profesionales identifican en estos casos: impacto, reacción y reorientación. En todas es fundamental que sepan que los sentimientos que les asaltan son normales, aunque fruto de una situación anormal. Los psicólogos transmiten a las familias las instrucciones de los forenses acerca de cómo se realizará el proceso de identificación y los datos u objetos que se les van a pedir, o si es preciso tomarles muestras para realizar pruebas de ADN. En muchos casos, tienen que explicarles el por qué de todo eso. «Para cualquier familiar hoy es un día muy largo, muy triste. Todos los que vienen aquí saben ya que sus familiares han fallecido», explicó una psicóloga. El peor momento es el «shock» que padecen los que acuden a identificar a los fallecidos, ya sea de forma directa en los cadáveres que se encuentran en mejor estado o por fotografías de partes del cuerpo que hayan quedado intactas y que muestren algún signo reconocible, como los ojos, una cicatriz, un tatuaje o una marca de nacimiento. «Nosotros les preparamos para lo que van a ver, porque ellos normalmente esperan encontrar a sus seres queridos bastante mejor de lo que están los restos. Es fundamental prepararles para ese momento», explicó el psicólogo Juan Mari Uruzono a las puertas de Ifema. Realizada la confirmación de la identidad, llega el momento en el que las víctimas perciben el vacío y se sienten solas con su dolor. En esos casos, los psicólogos trabajan para «facilitar la situación de duelo que la persona está padeciendo». No se trata de una terapia, sino de «un soporte». Las terapias deberán administrarse después a aquellos que no consigan superar el golpe que supone la pérdida traumática de un ser querido. Los expertos calculan que uno de cada cinco afectados sufrirá estrés postraumático en los próximos meses. «Bastante enteros» En general, los profesionales insisten en que los familiares están «bastante enteros» a pesar de afecciones como dolores de cabeza y nerviosismo. Sólo ha habido «casos muy puntuales» de reacciones violentas por crisis de ansiedad. Concluidos los trámites en IFEMA, los profesionales aconsejan a las víctimas que regresen a sus hoteles o a sus hogares para descansar y recuperarse. «El shock puede durar horas o días», certifican. Junto a los psicólogos, numerosos sacerdotes acudieron a la morgue también para confortar a las víctimas. «Lo único que podemos hacer es ayudarnos como hermanos, querernos, consolarnos y darnos cuenta de la fe que tenemos, que nos dice que esto no es el final», explicó uno de los religiosos junto al recinto.

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