Diario de León

El agravio arrastrado durante años por los pueblos leoneses del parque nacional ha derivado hoy en desigualdades incluso sociales

Las tres fachadas de Picos de Europa

El Principado capitaliza el parque con medio centenar de empleos fijos, el funicular de Bulnes, Covadonga y una co

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El octogenario Alfonso Gao, nieto de El Cainejo, no está «quejoso» con el parque nacional. Tomás Ordás, el quesero de Valdeón, dice no tener «confianza». «Aquí está la vida y no puedes dejarla», opina Pepito, el único cabeza de familia de la localidad cántabra de Las Ilces. «Los contratados somos todos gente de la zona», explica Anabel, vagonera del funicular de Bulnes. «Que manden fuera de lo común», reivindica Rufino, uno de los once hijos de Casimiro, legendario vecino del Castillo, nombre con el que se conoce al barrio alto de Bulnes. «Besad la tabla, es el trozo más grande que se conserva de la Cruz del Señor», invita el franciscano Carmelo mientras muestra la reliquia en una nave del monasterio de Santo Toribio de Liébana, cosa que sólo ocurre a las horas en punto. Singular, como todo en Picos de Europa. Vecinos tan iguales y tan distintos; pueblos tan cercanos y tan distanciados; lugares tan parecidos y tan desiguales.

El Parque Nacional de Picos de Europa, uno de los pocos de todo el mundo que tiene población en su interior, vuelve a estar en boca de todos. No el parque, pero sí su gestión. Esta semana, los presidentes de las tres comunidades autónomas con territorio en el espacio protegido sellaron un convenio con más trascendencia simbólica que práctica, puesto que compromete la gestión coordinada del parque nacional una vez que el Estado les ceda sus competencias como consecuencia de la sentencia dictada por el Tribunal Constitucional el 4 de noviembre del 2004, que declaró la «inconstitucionalidad» de la gestión compartida de los parques nacionales con el Estado. A partir de ahora se abrirá un proceso de negociación con el Gobierno para concretar el coste de esta cesión, que podría estar cerrada para finales de año. En ese momento, el Parque Nacional de Picos de Europa dejará de ser «nacional» y pasará a tener una gestión tricéfala , planificada y desarrollada por los titulares de las consejerías competentes en las tres comunidades. Para ello, será necesario nombrar tres directores -"«tres comedores más», espeta un longevo vecino de Caín-" y constituir varios órganos de nueva creación, como el consorcio o el patronato, donde los municipios tendrán voz, pero no voto, respecto a las decisiones que se adopten sobre sus territorios. Ésta es la cuarta pata que le falta a la mesa. Ninguno de los diez ayuntamientos con territorio en el parque nacional han sido convocados ni informados sobre el convenio que borrará las fronteras administrativas en este privilegiado espacio natural de 64.660 hectáreas, en el que conviven desde el Neolítico personas y todas las especies de fauna ibérica, excepto el lince. El papel consultivo y no decisorio que se reserva a los municipios ha despertado recelo entre los alcaldes. Exigen formar parte de los órganos de gestión y harán todo lo posible por conseguirlo, como ya ha ocurrido en el traspaso de otros parques nacionales, caso de Ordesa y Monte Perdido, en Aragón. «Nos están dejando como figuras en representación de nada y tenemos derechos», denuncia el regidor de Posada de Valdeón, el socialista Mariano Rojo.

Voz, voto y veto

Los alcaldes, a través de la Asociación de Municipios de Parques Nacionales -"engloba a 70 ayuntamientos de toda España-", llevan años solicitando infructuosamente a la Administración central su participación en los foros donde se toman las decisiones sobre el parque nacional. Reclaman que cada uno de los diez municipios tenga un representante con voto y un segundo sólo con voz en la futura comisión de gestión, además de ejercer su derecho a veto sobre las propuestas que afecten a sus municipios.

Pero no parece que vayan a ser asumidas. Los presidentes de Asturias, Cantabria y Castilla y León así lo confirmaron el pasado lunes en un acto que reunió a decenas de autoridades políticas excepto a los alcaldes, un gesto que hubiera acentuado la legitimidad del convenio que busca el consenso social y la unidad ambiental en la zona. «Las tres autonomías ahora están condenadas a entenderse», asevera Mariano Rojo. Pero las comunidades autónomas, más que una condena -"las políticas de gestión han sido muy divergentes en los últimos años-" ven este momento como «una oportunidad» para relanzar el Parque Nacional de Picos de Europa, un espacio natural con tres vertientes caracterizadas precisamente por los desequilibrios en infraestructuras, servicios e incluso sociales.

Décadas de estancamiento

Recorrer el parque nacional puede llevar días, incluso meses, pero dos intensas jornadas bastan para visitar los pueblos y observar la decadencia de la vertiente leonesa frente al emergente tirón de Cantabria y a la consolidada situación del Principado. Años de abandono por parte de las administraciones han convertido a los municipios de Posada de Valdeón y Oseja de Sajambre en lugares despoblados, envejecidos y sin infraestructuras básicas como carreteras, calles pavimentadas o centros emblemáticos para informar a los visitantes, como tienen Asturias y Cantabria. Para muestra, un botón. La Diputación de León tiene pendiente de construcción la carretera de Santa Marina de Valdeón a Posada. Hay documentos de este proyecto que datan de 1918, cuando se pretendía crear una comunicación por carretera entre Asturias y León a través de Caín. Hoy no hay ni un sólo movimiento de tierras. La institución provincial no tiene previsto invertir ni un sólo euro este año en los planes de obras anunciados esta semana por su presidenta. La Junta, por su parte, al margen de inversiones ordinarias que se desconocen, tiene previsto invertir 76.138 euros en el 2009 en la promoción de rutas de senderismo en Oseja y 118.529 euros en el 2010 en la urbanización de calles en Codiñanes (Posada). Nada más. Frente a esto, Cantabria abrió esta misma semana la nueva carretera entre Potes y Fuente Dé, valorada en cinco millones de euros y su Gobierno regional ha anunciado la próxima construcción del tramo entre Potes y Panes (Asturias). El Estado, a través del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, también ha sido muy desigual en su trato. Desde 1998, su ritmo de inversiones fue el siguiente: 240 euros por habitante en Cantabria, nueve en Asturias y tres en León. El 40% del dinero en este periodo se lo llevó Asturias, el 31% Cantabria y el 29% León, pese a que la vertiente leonesa tiene 24.719 hectáreas dentro del parque y 867 habitantes, mientras que en las 24.560 hectáreas del Principado viven 424 personas y 76 en las 15.381 hectáreas que posee Cantabria en este espacio.

Mientras en los territorios vecinos hay problemas de saturación de turismo, en la vertiente leonesa es un sector que año tras año ha caído en picado. Según los últimos datos facilitados por el parque nacional, en el conjunto del espacio en el 2008 se registró un descenso de 62.286 visitantes -"1.712.669 frente a los 1.774.955 del 2007-". En Valdeón ha pasado de tener 130.846 visitas a 108.199 este año, mientras que los Lagos de Covadonga ha recuperado terreno con 683.256 personas. Es significativo que Fuente Dé arrastre casi tantos visitantes como Covadonga -"660.622 el último año-". Cabrales, donde se encuentra el cuarto contador, también ha perdido cuota con 260.592 turistas y ruteros frente a los 265.751 del año 2007.

Unos ganan, otros también

Estas cifras desvelan un problema de fondo. La promoción turística de los Picos de Europa no ha sido una prioridad para sus gestores, por lo que Asturias sigue capitalizando la imagen de ser el primer parque nacional constituido en España (Covadonga, 1918), con los beneficios en infraestructura turística que eso le ha reportado. Además, el Principado ha combinado una política de grandes inversiones en la zona con la promoción de sus productos agroalimentarios; y ha hecho de Cangas de Onís el centro neurálgico de la zona, a pesar de que el municipio sólo tiene propiedades en el parque (7.199 hectáeras), pero ningún vecino. Es lo que el alcalde de Oseja de Sajambre, Antonio Mendoza, denomina Teoría de la tarta : «Los que estamos dentro del parque no podemos comer de la tarta porque estamos dentro y nos ahogamos, pero los que están por fuera, van comiendo, van comiendo...».

Es casi lo mismo que ha ocurrido en Cantabria con el ayuntamiento de Potes. No tiene territorio en el parque nacional, pero sus negocios no le dan la espalda. Potes es un lugar renovado y con una imagen pulida. Ha conservado su singularidad arquitectónica y el Gobierno de Cantabria se está esforzando realmente por renovar infraestructuras. El ejemplo está en el teleférico de Fuente Dé (14 euros), explotado por Cantur, la sociedad regional cántabra de promoción turística. Autocares y autocares de visitantes llegan todos los días del año -"en esta temporada sólo se ha cerrado un día por la nieve-" para ascender hasta los 1.823 metros de altitud, donde les esperan unas extraordinarias vistas de las cumbres del macizo oriental de Picos de Europa.

Quién apuesta por Riaño

En León, sin embargo, las prioridades son necesidades. Partiendo de que Riaño ha sido anulado como núcleo central de la vertiente leonesa de Picos de Europa -"resulta sorprendente el despegue de Potes o Cangas de Onís en el mismo periodo que Riaño ha decaído, coincidiendo con la desaparición de su parador nacional-", León requeriría un plan de choque durante años para llegar a equipararse a Asturias o Cantabria. Caín, el único pueblo que entró en el Parque Nacional de Covadonga a principios del siglo XX, sigue sin carretera segura. Es una de las obras que no ha terminado el Ministerio de Medio Ambiente. Se ha ejecutado la primera fase de los trabajos, pero los vecinos están descontentos porque finalmente el acceso al pueblo tendrá 4,5 metros de ancho. Y ellos quieren cinco o seis, como las carreteras que acceden a las remotas poblaciones de Picos en Asturias o en Cantabria. «Es una carretera en miniatura», denuncia un vecino. «Lo primero que tienen que hacer es contar con la gente. Eso lo primero», recomienda Víctor Sánchez, presidente de la junta vecinal de esta localidad. «Y pensar que aquí hay gente, no sólo animales», añade. «La Junta no se da cuenta de que Caín está en Castilla y León. Para ellos es Asturias», comenta.

La escuela de la población más remota de Picos de Europa ha cerrado este año por primera vez, hay quejas con el transporte a la demanda implantado por la Junta y cada vez llegan menos visitas. Caín es leyenda. «Yo la sé mejor que ningún libro porque me los he leído todos», advierte amablemente Alfonso Gao Pérez, nieto de El Cainejo, parte de esa leyenda porque fue el primer hombre que ascendió al Naranjo de Bulnes junto al marqués de Villaviciosa en 1904. Alfonso valora que el parque nacional haya hecho el cementerio nuevo, la casa del pueblo «y muchísimas cosas más gratis». El octogenario relata que ha sobrevivido a un infarto gracias al helicóptero que le evacuó de su pueblo, algo con lo que no hubiera contado hace tan sólo unos años. «Y llegué», dice satisfecho.

Productos «made in Picos»

Tomás Ordás Alonso tiene el mérito de haber conseguido producir durante dos bienios consecutivos el mejor queso azul de España, distintivo otorgado por el Ministerio de Agricultura y que históricamente ha correspondido a la denominación Cabrales. «El valle de Valdeón se conoce ya más por el queso que por el propio valle», asegura. Saca a la venta mil kilos de quesos al día y la mitad de éstos se van, principalmente, a Estados Unidos, Rusia, Japón y algunos países europeos. Este industrial confía en que las comunidades autónomas tomen como ejemplo la proyección que ha dado a sus productos la Diputación de León y asuman las riendas sobre la promoción de la agroalimentación en Picos de Europa.

Pero de poco sirve el esfuerzo de la iniciativa privada en los pueblos leoneses de la zona si el Ministerio de Medio Ambiente no ejecuta sus obras estrella antes del traspaso de competencias, o al menos garantiza su financiación. En este paquete de obras están los centros de interpretación y aparcamientos de Posada de Valdeón y La Fonsella, en Oseja de Sajambre. En el primer caso ya se han realizado los primeros trabajos topográficos y en el segundo existe el compromiso de iniciar ya las obras, pero no se ve movimiento. «Llevamos entre 15 y 20 años de retraso respecto a Asturias», evidencia el alcalde de Oseja, Antonio Mendoza, del PP. «Es necesario equiparar las zonas cuanto antes», comenta. «Iguales en inversiones e iguales en puestos de trabajo». Se da la circunstancia de que el agravio comparativo de empleados por el parque nacional en las vertientes leonesa y cántabra es enorme respecto a la asturiana. En ésta última hay medio centenar de trabajadores fijos, una veintena en León y dos en Cantabria. Son los fijos porque el resto de empleos están caracterizados por la precariedad y temporalidad de sus contratos, caso de las informadoras, de los miembros de las brigadas contraincendios y de los trabajadores de la recogida de basura.

«Castilla y León no tiene consciencia de que hay un parque nacional en su territorio», asegura el regidor sajambriego. «Yo le recomendaría a los presidentes de las tres autonomías que pasen tres días en esta zona, uno en cada sitio, para que no les quede duda de que León es la parte que más necesidades tiene».

Turismo potente y en potencia

Si se habla de infraestructura turística, nada que hacer frente a Cantabria o Asturias. En la comunidad autónoma de Miguel Ángel Revilla han promovido una potente red de alojamientos de turismo rural en la zona, tantos que sus dueños empiezan a tener problemas para llenar. Asturias ya la ha consolidado desde hace años y no sólo en los pueblos de Picos, sino en toda su área de influencia, impulso facilitado por una imponente red de carreteras que nada tiene que envidiar a las rutas de alta montaña europeas, caso de los accesos a Cabrales o a Cangas de Onís. Por no hablar del funicular que lleva hasta Bulnes, población asentada en dos barrios distintos bajo la falda del Naranjo. Este tren operado por Alsa resulta extraordinario a los ojos de cualquiera. Desde el 2001, tiene como único destino un pueblo donde habitualmente viven once personas, por lo que la infraestructura, financiada por el Principado de Asturias, ha sabido capitalizar el turismo de naturaleza en esta zona hasta ahora conocida por ser la boca de entrada a la Garganta del Cares por la zona asturiana. En ocho minutos y por 18 euros -"los residentes no pagan-", el funicular supera un desnivel de 400 metros en una distancia de 2,2 kilómetros. «Ver para creer», dice maravillado un anciano que ha probado por primera vez esta infraestructura.

El emblema equivalente en Cantabria es el teleférico de Fuente Dé, que da vida a una zona poblada pero excluida del parque nacional. Cantabria, cuando se declaró la ampliación del Parque Nacional de Covadonga, en 1995, realizó una delimitación que incluyó propiedades pero no poblaciones. Sólo Tresviso se encuentra en esta situación. Su alcalde, Javier Campo Campo, del PSOE, duda de que la gestión coordinada funcione y pide a las administraciones autonómicas «que se aclaren y digan si quieren hacer de esto un zoológico u otra cosa». El lugar donde residen María, Milagros, Pepito, su mujer y su hijo es algo así como una reserva humana. En la localidad cántabra de Las Ilces -"separada del parque nacional por el río Deva-" sólo residen ellos, las ovejas y los lobos que se las comen. «El transporte es garrafal», indica Javier. No existe la opción de transporte a la demanda y asegura que la gente se ha ido porque las ganaderías en un parque nacional resultan insostenibles. Como la caza. Pero en Asturias y Cantabria ya no tienen ese problema. León sí lo tiene porque hasta dentro de ocho años estas cacerías están permitidas por la Ley de Parques Nacionales. No obstante, su prohibición supondrá una enorme pérdida de ingresos para las juntas vecinales, cuyos presupuestos están basados generalmente en la subasta de piezas para cacerías deportivas. Este asunto será zanjado durante la cesión de competencias, puesto que el Estado deberá asumir, como poco, un pago único como compensación a los pueblos.

Al médico en Cantabria

El hijo de Pepito tiene que ir hoy a un especialista médico y debe viajar cien kilómetros hasta Torrelavega. Es la misma situación en la que vive la mayoría de vecinos y la que espera a los de León, que gracias a unos convenios entre ambas autonomías permitirá a los habitantes de la montaña cantábrica leonesa ser atendidos en los centros sanitarios de la comunidad cántabra.

La situación es distinta en la vertiente asturiana. Cangas de Onís y Arriondas cubren el servicio sanitario de toda la zona, incluida la del valle leonés de Sajambre. Por eso aquí no hay queja. Más bien, la contrariedad está dentro. «Nuestros peores enemigos son el lobo y el jabalí porque somos ganaderos», afirma Begoña, vecina de La Villa o barrio bajo de Bulnes. Su hija mayor trabaja en el funicular, como muchos otros jóvenes de la zona, pero ya no vive en Bulnes. Ella aguanta junto a su marido y su hija pequeña. «Nosotros porque nos hemos criado aquí y aquí tenemos el ganado, pero en el futuro estos pueblos sólo podrán vivir del turismo», lamenta. En El Castillo o barrio de arriba de Bulnes recibe amablemente Rufino. «¿Desean algo?», pregunta con cortesía. «Hacemos un reportaje sobre la vida en el parque nacional», se le contesta. «Que manden de las paredes para allá, fuera de las propiedades. No obedecen a la gente y estas tierras son nuestras: mías, de mis parientes y de mis vecinos. Que nos dejen en paz ya», clama.

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