Diario de León

Genética contra extinción

Los dos únicos urogallos que han logrado sobrevivir en un centro de cría, un macho leonés de 2,7 kilos y una hembra asturiana de 1,7, se convierten en la primera pareja reproductora que funciona en cautividad

El proceso de cría ha sido muy complicado

El proceso de cría ha sido muy complicado

León

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El macho pesa 2,7 kilos y procede de la vertiente leonesa de la montaña cantábrica. La hembra, una hermosa urogallina asturiana, supera ya el kilo y medio de peso. No tienen nombre porque la fragilidad de la especie evita que los cuidadores bauticen a estos ejemplares, pero ya se puede decir que su supervivencia supone una nueva esperanza para la ciencia. De los seis polluelos nacidos en el centro de cría en cautividad de Sobrescobio (Asturias) en el ámbito de un proyecto de recuperación del urogallo cantábrico, sólo subsisten ellos dos, un logro teniendo en cuenta que, en circunstancias naturales, sólo prospera uno de cada diez huevos.

El proyecto desarrollado por los gobiernos autonómicos de Asturias y Castilla y León para estabilizar y aumentar la población de urogallos en la Cordillera Cantábrica -"esta subespecie, con el deshielo glaciar, quedó atrapada en las áreas más frías de estas montañas y ahora se ve condenada a desaparecer-" se puso en marcha este año con el fin de «crear una reserva genética» de esta especie y «criar para reforzar la población», indicó el director general de Biodiversidad del Principado de Asturias, José Félix García Gaona.

En este centro hay cuatro unidades de cría, a la que se llevaron trece huevos de urogallo, de los que sólo lograron eclosionar seis. Dos de los polluelos fallecieron a principios de julio porque no pudieron superar una diarrea, otro de ellos -"se trata de uno de los dos entregados por la Junta de Castilla y León-" murió en junio y la cuarta muerte fue la de un ejemplar cuyos huevos procedían de una donación realizada por un particular de León. Estos siete huevos, según explicó García Gaona, pertenecían a la subespecie de urogallo centroeuropeo, pero no habían sido conservados en buenas condiciones por su propietario, por lo que la experiencia se frustró aunque sirvió para probar y ajustar las instalaciones de Sobrescobio.

De 30 a 50 huevos, lo aceptable. Se espera que en las cuatro unidades de cría se introduzcan cuatro urogallos y hasta tres hembras por cada ejemplar macho. «Lo aceptable sería producir entre 30 y 50 huevos al año», explica García Gaona. Pero antes de llegar a ese punto es necesario conseguir las cuatro parejas reproductoras. Para ello, los responsables del proyecto ya han empezado a marcar urogallinas en libertad para que, en época de nidificación, permita a los técnicos recoger parte de los huevos y crear un grupo de ensayo con una amplia variabilidad genética. El año pasado se marcaron en León dos hembras y otras dos en Asturias, lo que ya ha permitido recoger tres huevos de la ejemplar asturiana y dos más de la que anida en León.

Los responsables del proyecto aseguran que no se han traído específicamente huevos de Centroeuropa, pero sí se han recogido huevos de diferentes especies gallináceas -"caso de las entregadas por el particular leonés-" para calibrar las incubadoras y realizar los trabajos de testaje.

Los expertos advierten que la pareja de urogallos se encuentra todavía en una «fase crítica», puesto que la etapa más compleja para la cría es la que se desarrolla entre la eclosión del huevo y su paso a la fase adulta. La mortalidad es altísima en este periodo. Los resultados conseguidos hasta ahora en la cría en cautividad, a tenor de los resultados que se consiguen en circunstancias naturales, suponen cuadriplicar el porcentaje de éxito. «No entendemos estas primeras muertes como un fracaso, pero, desde luego, queremos reducir esos niveles», indicó el director general de Biodiversidad en Asturias.

Hasta dentro de dos o tres años, los resultados de este proyecto no serán objetivamente cuantificables. Con mucha cautela, las previsiones de este proyecto de cara al 2010 pretenden establecer una población en el centro de Sobrescobio de cuatro o cinco machos y de cuatro a 12 hembras, todos los ejemplares de diferentes orígenes. «Si las cosas salen razonablemente bien, en dos o tres años tendremos urogallos nacidos de nuestros propios huevos», indicó García Gaona.

La situación del urogallo es mucho más crítica que la del oso pardo. Hay que tener en cuenta que en el área de Picos de Europa no quedan más de seis ejemplares macho, por lo que el peligro de extinción es inminente desde la óptica de la ciencia. En comparación con el oso pardo cantábrico, la conservación del urogallo es mucho más compleja y delicada. De hecho, el nacimiento de al menos dos osos híbridos que confirma la conexión entre las poblaciones oriental y occidental aleja a esta especie de la extinción, frente al todavía crítico urogallo.

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