Creador encadenado

Si comenzamos diciendo que era mejor la primera versión, más de un lector, huyendo del tópico, pasará a otra columna. Aquel punto surrealista y al tiempo naif de Un mundo de fantasía , con Gene Wilder interpretando a Willy Wonka, no lo tiene esta revisión del clásico infantil dirigida por Tim Burton. Charlie y la fábrica de chocolate es una versión cara, de niño rico, plena de aciertos visuales, a ratos hermosísima, pero que en el fondo nos deja una sensación cansina, quizás porque detrás de su prodigioso diseño abre la gabardina toda la gran maquinaria exhibicionista del cine actual, en el que lo artesano ha perdido su lugar. También es cierto que si bien en la primera versión de comienzos de los setenta era el propio Roald Dahl el que hacía la adaptación cinematográfica de su cuento, aquí el guión desnuda demasiado su estructura, con el dueño de la fábrica de chocolate deshaciéndose por estricto orden de los cuatro niños malcriados. Afortunadamente está ahí Johnny Depp en su cuarta colaboración con Tim Burton. Depp es, sin duda, uno de los grandes y lo demuestra con su interpretación del industrial ermitaño, que va más allá de las lentillas violetas. Seguramente el principal problema de Charlie y la fábrica de chocolate reside en que es más una película artística que una película para niños. En los últimos años, Burton controla su legendario talento para no incordiar a la industria que le paga y salen cosas interesantes pero poco redondas como Big Fish o directamente malas, como su versión de El planeta de los simios . Y es un pecado que un creador de tal categoría esté encadenado. CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE. Dirección: Tim Burton; Intérpretes: Johnny Depp, Freddie Highmore.