Una digna sorpresa

El éxito en Hollywood es el único camino que algunos directores, interesados en contar otras historias más personales, tiene para ver cumplidos sus deseos. Un taquillazo es a veces un cheque al portador, y eso parece lo que le ha ocurrido a Gore Verbinski, responsable hasta ahora de varias naderías muy rentables. Su crédito le ha permitido rodar una sorprendente y atípica historia dentro de un contexto comercial, con actores de primera y una lanzamiento adecuado, que incluso podría medirse con otros recientes filmes de autor por la solidez y el alcance de sus planteamientos. Resulta raro, y por eso estimulante, ver a ese estupendo actor llamado Nicolas Cage regresar a sus orígenes para interpretar a un antihéroe americano, un tipo capaz de acariciar el sueño del millón de dólares anual, y que sin embargo es profundamente infeliz; cuando lo normal, en cualquier filme hollywoodiense de hoy, sería lo contrario: una vez alcanzada la gloria económica no debería haber ya lugar para la depresión. Ese signo de debilidad sólo pueden permitírselo, como castigo, los perdedores. Cage es aquí un televisivo hombre del tiempo, muy bien remunerado, al que aún le aguarda un suculento ascenso; pero en cambio tiene una vida personal desastrosa: su mujer le ha dejado, sus hijos atraviesan serios problemas y el trabajo, a pesar del sueldo, no le supone ninguna satisfacción. A él, en el fondo, le gustaría ser como su padre (soberbio Michael Caine), un escritor respetado aunque le falte talento. Su acomodada vida se ve ensombrecida por el abismo que media entre sus fundadas expectativas y los hechos reales; algo que sólo puede superarse mediante la aceptación de uno mismo, con sus contradicciones. Que un director como Verbinski se ocupe de asuntos tan serios, y con tan óptimos resultados, es buena noticia.. «EL HOMBRE DEL TIEMPO»: EE.UU., 2005. Director: Gore Verbinski. Intérpretes: Nicolas Gage, Michael Caine. Drama. Duración: 101 minutos.