Como copa de buen vino

Mal asunto si ante Un buen año se opta por prejuicios al asociar a Ridley Scott a filmes tan espectaculares como injustamente menospreciados: Gladiator o El reino de los cielos (por citar dos recientes ya disponibles en DVD en formato extendido, que los redimen hasta notables). Se nota que Scott se divirtió filmando en la Provenza francesa, y no hay cosa más envidiable en un autor, que el placer de gozar la obra creada. Un buen año canta a la vida o si se prefiere, y en clave más compleja, es la crónica de una redención personal, la de un tiburón de las finanzas londinenses, un tipo sin padre conocido que pisa a quien se le pone por delante y se jacta de ello. Su vida cambia cuando recibe lo que parece una engorrosa herencia de su tío y debe abandonar su amado Londres por unas horas. O eso cree Max Skinner, porque aquellas horas se convertirán en días al reencontrarse con su pasado de niño cuyas vacaciones transcurrían junto al tío, entre las vides de su gran finca, al tiempo que aprendía de sus reflexiones. Y en esto que aparece una joven declarándose hija natural del testamentario, con lo cual las cosas se complican para Max. Cierto que Scott se tomó la película como obra menor, a la manera de un gozoso divertimento que a partir de la novela de su amigo Peter Mayle, intenta transitar los complicados caminos de la comedia, él que en su filmografía aparenta tener única querencia por la fantasía violenta, sin espacio para el lirismo. Tampoco pretendió una obra maestra. Sencillamente una historia agradable, a ratos tan divertida y emotiva como también desigual, con una inevitable historia de amor que Scott intenta contar de otra manera y unos forzados toques de slapstick , para los que el autor no parece estar dotado. Eso sí, se confirma director elegante, gran recreador de mundos como acredita su jugosa filmografía. . «UN BUEN AÑO»: EE.UU., 2006. Dirección: Dirección: Ridley Scott. Intérpretes: Russell Crowe, Albert Finney, Marion Cotillard, Tom Hollander. Duración: 118 minutos.