Imaginación curativa

Un puente hacia Terabithia es una agradable sorpresa dentro del, últimamente, muy previsible cine infantil. La diferencia entre las expectativas generadas y el resultado se hace todavía más grande por la confusión creada con la publicidad - tráiler incluido- proporcionada por la distribuidora. Anunciada como si se tratase de una película fantástica al estilo de la fallida adaptación de Las Crónicas de Narnia , lo cierto es que sólo comparte con ésta al equipo de producción. Aquí los efectos especiales están dosificados porque lo que realmente importa es contar una historia de aprendizaje y amistad. El reino maravilloso de Terabithia existe sólo en la imaginación de los niños protagonistas y es ese salto continuo y consciente de la realidad a la ficción lo que dota de atractivo, tanto a la obra original de Katherine Patersson como a la película de Gabor Csupo. La creación de ese reducto de felicidad es la respuesta a todos sus problemas y frustraciones diarios, a esas pequeñas y grandes tragedias de la vida de cualquier niño de su edad: unos padres que no les dedican el tiempo que querrían, la dificultad de asumir nuevas responsabilidades, el sufrimiento de humillaciones en el colegio. Estas cuestiones aparecen reflejadas con una sensibilidad desdramatizada y ajena a cualquier tipo de moralina. De hecho, como todas las buenas películas sobre la infancia, Un puente hacia Terabithia también tiene un lado cruel, triste. No se trata de sadismo emocional. Los niños pueden enfrentarse al dolor y, en ocasiones, son capaces de hacerlo de forma más sabia que los adultos: la lección de Terabithia es que la imaginación puede curar muchas heridas e, incluso, puede ser de ayuda para madurar y pasar el puente hacia el mundo de los adultos «ÚLTIMO PUENTE HACIA TERABITHIA»: Aventuras. Director: Gabor Csupo. Intérpretes: Annasophia Robb, Josh Hutcherson.