Diario de León

VISITAS IMPRESCINDIBLES

Paisajes y gastronomía embelesarán al viajero

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La visita a la Cueva de Valporquero permitirá contemplar paisajes de difícil olvido en el exterior. Así, por ejemplo, hay que detenerse en el espacio natural de las Hoces de Vegacervera. El valle alto del río Torío y la erosión fluvial de la roca caliza han dado lugar a una garganta de grandes paredes verticales que superan los cien metros de altura. Las Hoces de Vegacervera conforman uno de los más notables espacios naturales de la Cantábrica leonesa, resultado de la paciente lucha del agua contra la roca. La verticalidad de sus paredes y el angosto valle que en su base no supera los quince metros crean una paisaje de belleza incomparable en el que perviven los bosques de hayas y robles, enebros, sauces y álamos.

Precisamente, el hayedo de Valporquero completa un paisaje espectacular porque es uno de los mejores bosques de umbría de la Cantábrica y presenta ciertas peculiaridades que le diferencian del resto de masas boscosas de esta cordillera. En él encuentran refugio innumerables especies animales como el corzo y vegetales como el espino albar y el acebo.

No menos llamativa es la Reserva de la Biosfera de Los Argüellos, con una superficie de 33.260 hectáreas, y declarada así por la Unesco en 2005. Una zona de especial valor por su fauna, su flora y las peculiares formaciones geológicas que componen un entramado sorprendente de cuevas. Este lugar alberga algunas de las especies endémicas más importantes de la Cordillera Cantábrica y es uno territorio básico para la supervivencia del oso pardo.

Tantas cosas que ver requieren de tiempo y por eso esta zona tiene una amplia oferta de servicios turísticos para todo tipo de visitantes. Empresas como Guheko (www.guheko.com) o Naturocio (www.naturocio.net) organizan actividades de aventura dentro y fuera de la cueva.

En cuanto a la gastronomía, potajes tradicionales, estofados y postres populares engrosan un variado menú cuya referencia son las carnes. Ya en 1751 se daba cuenta de que los arrieros de esta zona llevaban a las ferias de Castilla lomos, jamones, chorizos, cecinas, manteca de cerdo y sebos. Dignos de mención son los exquisitos y artesanales postres de la zona.

En un entorno de treinta kilómetros el viajero puede encontrar varios y reconocidos restaurantes en los que degustar la gastronomía de la zona, así como hostales y casas rurales acogedoras que garantizan el descanso al visitante.

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