Diario de León

GONZÁLEZ BERNARDO | VILLEZA

Vitalis, el proyecto vital del vino

Francisco González Bernardo heredó de su padre el cariño por la viña y una hectárea de viejos pies de prieto picudo que están en el origen de lo que hoy es la bodega. De lo que es, porque lo que será en un futuro inmediato está todavía en la cabeza del titular... y en un proyecto valiente.

Cava para el añejamiento de los barrica y crianza en la bodega que González Bernardo tiene en Villeza.

Cava para el añejamiento de los barrica y crianza en la bodega que González Bernardo tiene en Villeza.

Publicado por
Rafael Blanco
León

Creado:

Actualizado:

Fue uno de los primeros en apostar por el albarín, incluso con plantación propia y bajo la emotiva y muy significativa referencia de Lágrima de Villeza a propósito de la calidad del mosto y del origen de la uva. Del origen del proyecto.

Francisco González Bernardo llegó al mundo del vino de la mano de su padre, Francisco González Iglesias, que todavía se emplea en labores puntuales en la viña y en la bodega. Apenas quedaban unas cuantas cepas en Villeza, zona histórica de producción, cuando González Bernardo —profesionalmente ingeniero agrónomo al cargo de su propia empresa de topografía e ingeniería agrícola y profesor universitario— se hizo cargo de su cuidado, como amante del campo y la agricultura, por supuesto, y sobre todo apasionado por la vitivinicultura.

Habilitó su propia bodega —que ahora se le queda pequeña— en la casa familiar y allí elabora y desde allí vende a particulares una parte importante de la producción. La comercialización general también es asunto familiar dentro de un marco muy definido: el mercado provincial, un distribuidor en Madrid, algunos clientes en Barcelona y los importadores de Alemania y Bélgica, donde se consume básicamente en pequeños restaurantes que desde hace años tienen los Villeza en sus cartas.

No hay allí en Villeza más viñedo ni más bodegas. Ni allí ni en el entorno, de manera que esa circunstancia y la contrastada calidad de sus vinos hace que las propias instalaciones sean a la vez el primer centro de venta de los Villeza y Lágrima de Villeza , blanco (5,00 euros en bodega) y rosado (3,00) para la primera referencia y tinto roble de seis meses

—en realidad siempre bastante más de lo que se menciona en la etiqueta— y crianza de en torno a doce (5,00). Si bien fue el Tinto Villeza el que inicialmente acreditó a la bodega con muy buena crítica y algunas distinciones, ahora es el albarín el vino de culto… y de cupo.

Las apenas cinco mil botellas que elabora se venden directamente en bodega a clientes seducidos por la sutileza que lo distingue y que lo reservan de un año para otro. Salvo una partida siempre comprometida para el mercado belga, en el que sin embargo también los tintos gozan de muy alta consideración.

El rosado, siempre en buena línea, mantiene la producción y las pequeñas aportaciones de mencía y godello al ochenta por ciento de prieto picudo. La mencía, una variedad característica de la zona, también complementa el tinto con seis meses de barrica, que incrementa significativamente la producción, mientras se mantiene estable la del crianza y descansa en una esquina de la bodega algún ensayo de más alta escuela elaboradora que quizá llegue a saborearse como Vitalis .

Porque en realidad Vitalis no será sólo un vino, o una línea de vinos, sino la concreción del proyecto de futuro de la bodega, que cambiará su ubicación desde Villeza a la más idónea de Villamañán. Más idónea no sólo desde el punto de vista del desarrollo de la actividad elaboradora y la hay muy buena en ese entorno, sino también de la operatividad, la imagen de marca y la comercialización. La próxima vendimia se recogerá ya en las nuevas instalaciones en ese entorno geográfico más conveniente desde el punto de vista comercial, pero también por el origen de la materia prima. Vitalis nacerá como bodega y como vino ...con toda la vitalidad.

tracking