Diario de León

Primavera en la copa

Lleva el aroma escrito en el nombre como declaración de identidad. Y nunca defrauda en el paso por nariz y bo-. ca. ‘5 Rosas’ es la explosión de la primavera en una copa..

Portentoso pie de Mencía centenaria sobre la ladera del Castro de la Ventosa, con la bodega Losada entre los brotes de la cepa. B. FERNÁNDEZ

Portentoso pie de Mencía centenaria sobre la ladera del Castro de la Ventosa, con la bodega Losada entre los brotes de la cepa. B. FERNÁNDEZ

Publicado por
RAFAEL BLANCO
León

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L o hicimos de manera espontánea y en plan experimental, porque nunca tuvimos en la bodega la vocación de elaborar un rosado». Lo que Amancio Fernández Gómez relata ocurrió en la vendimia 2012. Hasta entonces Losada Vinos de Finca sólo había elaborado tintos de la más alta calidad y no estaba en sus planes, al menos en los inmediatos, hacer otra cosa. Con la de 2015 el 5 Rosas alcanza su cuarta elaboración y su crecimiento en producción pasó de aquellas 2.000 botellas iniciales, que finalmente la bodega decidió comercializar, a las 12.000 que acaba de sacar al mercado. Ese rosado, muy alejado de la idea de los provenzales ahora tan generalizados —visualmente muy atrativo, al descorcharlo extiende una explosión aromática y es extraordinariamente goloso en la boca—, tiene sus adeptos en el mercado local y nacional, pero sobre todo se ha convertido en un imprescindible para determinada clientela de Japón, Estados Unidos y Suiza «como un excelente complemento de los tintos de la bodega».

Para su elaboración se selecciona uva de El Cepón, uno de los parajes de referencia del viñedo de Valtuille de Abajo. Es terreno pesado, de arcilla, de buena maduración y sanidad y vendimia temprana para asegurar la frescura con equilibrada acidez. Con la uva en la bodega en las mejores condiciones, se realiza una vinificación tradicional, «para recuperar fórmulas —recuerda Amancio Fernández trayendo emotivamente a la memoria y a la conversación la sabiduría de su abuelo— que se perdieron con el peso de los tintos», es decir, «estrujado, maceración durante doce horas, rápido escurrido, desfangado... como si fuera un blanco». «El secreto en este caso, si lo es tal, sería el trabajo con las lías durante un mes o mes y medio para hacerlo más sabroso en boca», revela el enólogo al reconocer para este tipo de vinos «un consumo creciente después de que en algún momento prácticamente deparecieran del mercado». Admite también la recuperación —afortunada— de este tipo de elaboraciones como consecuencia de un «creciente interés del mercado y un aumento de consumo» precisamente por el conocimiento y reconocimiento de los procesos de elaboración y la calidad del producto. Se trata, en fin, de «dignificar el rosado y romper con el mito de que no está a la altura de un buen blanco o un tinto». Y de ponerlo en su sitio y en su momento: es un vino que explota en primavera para hacer bebible el verano.

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