Un León oculto

El mejor de los secretos es aquel que se esconde a la vista de todos pero casi nadie puede o quizás quiere ver. Así ha sido a lo largo de toda la historia y así seguirá siendo mientras el mundanal ruido se empeñe en acaparar las horas que creemos importantes. Sólo algunos de los que acostumbran a nadar contracorriente pueden contemplar lo insignificante, lo raro, lo diferente. Una de esas ‘rara avis’ es el leonés José Antonio Mateos del Riego, profesor de biología de profesión, pero amante confeso de cada extraña huella que la historia —y en particular el Camino de Santiago— ha dejado en la provincia.

Desde hace diez años organiza rutas gratuitas con no más de 20 personas —por aquello de explicar las cosas como Dios manda— desgranando cada uno de los secretos que descansan a lo largo y ancho de la capital leonesa en templos, plazas, edificios históricos, escudos y casi me atrevería a decir que en cualquier rincón de la ciudad. Porque cuando este particular ‘Sherlock’ se pone a buscar pocas cosas se le resisten.

Donde muchos ven una simple construcción cristiana, José Antonio encuentra en la iglesia de Santa Ana una cruz de Malta de los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén o pinturas murales mudéjares que para la mayoría apenas tienen valor. Hay algo que está claro, quienes ven a través de sus ojos no vuelven a contemplar nada con indiferencia. «Todo elemento está ahí puesto por algo, nada es casual», señala este enamorado del arte. De entre los cuatro recorridos que acostumbra a enseñar a quienes libremente le acompañen, el de mañana continuará rumbo a la Rúa, plaza del Grano, San Marcelo y Calle Ancha. «En el Grano y en el entorno de la Iglesia del Mercado hay varias flores de ocho pétalos y alguna de seis. Las primeras simbolizan el bautismo, un nuevo renacer, mientras que el número seis se asocia a la Virgen María», desvela. «Luego, también en tan simbólica plaza, pocos saben que los cuatro arcos de medio punto sobre columnas toscanas sostienen el que fuera Palacio del Marqués de Inicio —siglo XVII— quien fue descendiente del Conde Rebolledo». Y en cuanto a la fuente que corona el lugar, «decir que los niños simbolizan los ríos Torío y Bernesga. Están abrazando el fuste donde descansa el escudo de León». Más difíciles de encontrar son los Goniatites de la fuente, fósiles marinos de hace unos 350 millones de años semejantes a los Ammonites aunque más antiguos.

Con los años, del Riego ha ido incorporando nuevos descubrimientos a su particular ruta por lo desconocido. «La iglesia del Mercado y San Isidoro por ejemplo, tienen más de un alero con una mujer desnuda, representación que no deja de ser una alegoría de la lujuria», explica. «Era muy común que los maestros artesanos dejasen símbolos paganos en templos cristianos». Más arriba, en el convento de las Concepcionistas, echan raíces varios escudos de simbología Real «cuyo estado de conservación no es el mejor, pero que aún así pueden verse». La Casa Obregón —apellido que llevaron varios personajes en los siglos XVII y XVIII en la parroquia de San Marcelo—, el que fuera Palacio Real —que iba de las Concepcionistas a la calle Arco de Ánimas— o los Fósiles de coral en la calle General Lafuente son otras de las estaciones que recorrerá este leonés mañana.

Al margen de las rutas prácticas —las hará todos los sábados de marzo—, José Antonio expone —miércoles y jueves en la sede del Csif (calle La Rúa 30)— varias fotografías donde analiza otros secretos del Camino de Santiago a su paso por Mansilla de las Mulas hasta San Justo de la Vega. Lejos de conformarse, avanza que no tardando sumará una quinta ruta con nuevos objetos e historias interesantes «muy pronto». Mientras tanto, cualquier persona interesada en descubrir un León singular puede sumarse este mes a las ‘caminatas’ de este profesor por la ciudad.

Cuervo con el pan envenenado. DL

La Chantría en 1905, con la iglesia del Mercado al fondo. DL

Clavos imitando la Cruz de malta en la iglesia de Santa Ana. DL

Arco mudéjar en el palacio de Enrique II . DL