Diario de León

La recomendación de... Manuel A. González, doctor en Biología y director de Más que pájaros S. L.

Pajareando el pico bodón

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Desde el pueblo de Llamazares, en el ayuntamiento de Valdelugueros, comienza el ascenso a uno de los picos más emblemáticos y bellos de la montaña leonesa: el pico Bodón. Con sus 1.957 m.s.n.m. es la atalaya desde la que mejor se domina el antiguo concejo de Los Argüellos. Hayedos, pinares de repoblación y matorral de alta montaña será la vegetación dominante en nuestra ascensión al pico que Julio Llamazares definió en ‘El Río del Olvido’ como la pétrea sombra, la montaña sagrada del dios Bodo, el impresionante altar calizo del dios celta de la guerra.

A pesar de que parece un ascenso difícil, el pico Bodón es realmente asequible para la mayoría de los aficionados al monte. Tanto es así, que todos los veranos su cima se llena de niñas y niños que veranean en los pueblos del valle y suben a la mítica cumbre como rito de iniciación, como primera gran ascensión, como respuesta a la llamada de la montaña que ven todos los días en sus veranos de la infancia. Niñas y niños a partir de los 10 años suben al Bodón y conectan con la fuerza telúrica que transmite esta montaña. Por el camino, corzos y venaos corren despavoridos en cuanto detecten nuestra presencia. Los «jitos» nos conducen a la «majá de arriba», con restos de pared de lo que fueron chozo y corral de enormes piedras calizas ferruginosas. Al norte, en nuestra mano izquierda, veremos al otro lado del valle la sierra de Coribos y su famosa cueva de Llamazares.

A medida que nos acercamos a la caliza, la observación de rebecos alegra el paseo por las peñas cercanas al pico. Ya una vez en la Cuevona y en la base del pico, exquisitas aves alpinas pueden hacer las delicias de los pajareros o ‘birdwatchers’ más exigentes: acentores alpinos, chovas piquigualdas, gorriones alpinos o el escaso treparriscos, suelen dejarse ver en el ascenso final del pico Bodón. Una vez en la cima, la satisfacción tras el esfuerzo y la recompensa de la panorámica sobre la inmensa vega de Valdelugueros, nos harán recordar el pico Bodón para siempre. Allí, en los dominios del buitre leonado y el águila real, respiraremos hondo para oxigenar cuerpo y mente y regresar caminando al fondo del valle del río del olvido, el río Curueño, que serpentea ahora a nuestros pies.

Exclusivas aves alpinas, geología en su más puro estado y restos de lo que fue la vida de nuestros antepasados, hacen del pico Bodón una ruta indispensable para cualquier amante de la naturaleza cantábrica.

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