Diario de León

TRADICIÓN

Máscaras que calientan el invierno leonés

La comida, el sexo y la violencia atraviesan los rituales de estas fiestas de invierno locales

RAMIRO

RAMIRO

León

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Campaneiros, traspisacos, guirrios, maranfallos, burras, toros, campanones, caretos, jurrus, zamarrones, zamarrancos, tafarrones, zafarrones o vaqullas son el abanico de personajes y nombres de las máscaras y antruejos leoneses. Un crisol lingüístico que casa a la perfección con unos rituales festivos anclados en la tradición más ancestral. Las Saturnales y Lupercales romanas, ligadas al solsticio de invierno y las celebraciones de año nuevo, están en el origen de esta manifestación cultural que coge fuerza como seña de identidad.

En la calma del invierno irrumpen estas fiestas transgresoras que rompen con las normas de la vida cotidiana y cuelan, con la sátira, la risa y el miedo, a personajes extravagantes. Viejas que paren que simbolizan a la madre tierra, personas que toman cuerpo de animales. Máscaras, caretas y caretos que no esconden sino que presentan la raíz de un pueblo. La comida, el sexo y la violencia, los pecados de la carne, atraviesan estas fiestas en las que se usan elementos fustigadores como vejigas y cencerros. .

Las mascaradas leonesas han vivido un proceso de recuperación desde los años 80 del siglo XX, si bien algunas nunca se llegaron a perder y se han celebrado intermitentemente. Pequeñas asociaciones de pueblos, juntas vecinales, grupos de jóvenes con apego al terruño se han afanado en la tarea. El espíritu comunitario y la defensa de la cultura local en un mundo global ha tenido premio. En marzo de 2023, las mascaradas y antruejos de León ingresaron en el catálogo de Bienes de Interés Cultural de Castilla y León en la categoría de patrimonio inmaterial.

Son «una de las manifestaciones culturales de mayor nivel patrimonial de la provincia de León y seña de identidad de un territorio», aseguran Francisco Javier Lagartos e Iván Martínez Lobo en la guía ‘Mascaradas y antruejo leonés’ que recoge su historia y una relación con los datos básicos de las que siguen vivas en diferentes puntos de la provincia.

Un total de 24 citas festivas invernales que empiezan en la Nochebuena, Año Nuevo y se concentran sobre todo en el carnaval. El entroido o antruejo, palabra que ya se encuentra en documentos del siglo XIII del Monasterio de San Benito de Sahagún, es el espacio temporal festivo en el que se han refugiado tras sobrevivir al rechazo de la jerarquía eclesiástica durante siglos o a su asimilación dentro de grandes festividades como el Corpus, cuyos personajes provienen de estas fiestas de invierno.

La tradición de mascaradas y antruejos, de la que León ofrece una rica muestra y recupera vitalidad, está muy extendida en Europa. En el noroeste peninsular el vocablo más común es antruejo, palabra que equivale a «entroidu, antriudo, entruejo», como señalan los autores de la guía publicada recientemente por el Instituto Leonés de Cultura (ILC) de la Diputación, a través del Museo de los Pueblos Leoneses.

De este a oeste y de norte a sur, con un especial arraigo en comarcas como Cabrera, El Bierzo, Órbigo y la montaña leonesa, las mascaradas y antruejos leoneses más madrugadoras se celebraban el 1 de enero. Rodiezmo de la Tercia, que recuperó la tradición en 2018, aún conserva esta fecha primigenia para sacar a la calle a sus Tafarrones.

Un festejo con personajes como el tafarrón, el tafarrón grande, la güela y el güelo, el barbero la barbera y el mariquita. Empieza con el día, se hace notar con toques de campana y tiene su rito central en la escenificación del «parto de la güela, el afeitado de los paisanos y o el inventario de las propinas» para fiestas.

El 1 de enero es la fecha tradicional de los Campanones de Pozos y de los Campaneiros de Manzaneda de Cabrera, aunque ambas localidades han trasladado la celebración al mes de agosto para aprovechar la afluencia de veraneantes.

El 6 de enero se celebra el Guirrio de Reis en Santa Olaja de Eslonza, una tradición recuperada en 2012, un personaje con una máscara con el cuerpo forrado de cintas de colores que sale a primera hora de la mañana para una alborada. Luego espera a los vecinos a la salida de misa. A la puerta de la iglesia les asusta con sus bailes y pide el aguinaldo, acompañado por un tamboril y otro hombre con una cesta.

Los Campaneiros o Trapisacos de La Cuesta son los siguientes en salir a celebrar el solsticio de invierno. Lo hacían habitualmente en Nochebuena, pero ahora se ha trasladado al fin de semana más próximo al 28 de enero. Declarada como fiesta de Interés Turístico Provincial, los Campaneirus de La Cuesta salen este sábado y este domingo en este pueblo de Cabrera Alta.

El sábado, a partir de las 18.00 horas, se desfilan por las calles del pueblo las máscaras de animales peludos y con cuernos, como salidos de un cuento celta, de cuyas cabezas cuelgan cintas de colores de papel para seguir con el ritual de la quema del año viejo en una hoguera que será rematado con un concierto de Carlos Huerta.

El domingo, después de misa, volverán a desfilar antes de la colación de bollos preñaos y vino con la que obsequia la asociación Trinuella, que se encargó de recuperar la tradición. La mascarada de La Cuesta cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Truchas, la junta vecinal y el Instituto de Estudios Cabreireses.

Será en carnaval, cuando las mascaradas leonesas salgan en tromba por la provincia. Desde el Entroido en Ponferrada al de Valtuille de Arriba, los Maranfallos de Burbia o las Burras y el Toro de Tremor de Arriba y Espina de Tremor. Los guirrios de la ribera del Órbigo, desde Carrizo a Cimanes, Llamas de la Ribera o Velilla de la Reina. que fue pionero en recuperar sus Guirrios y Toro e 1981 también se celebran en los días de carnaval, al igual que el Toro de Fresno del Camino, el Toro y el Torero de Alcoba de la Ribera y los Toros de Sardonedo,.

Alija del Infantado tiene sus Jurrus y Birrias el sábado de carnaval, tras la recuperación de la tradición perdida en 1992. Los Caretos de Villalfeide, como los de Correcillas también están ligados al carnaval, al igual que los Zamarrones o Zamarrancos de Riaño, los Zafarrones de Riello y la Vaquilla de Puebla de Lillo.

Como caso singular está el Graciosu de Nogar, en Cabrera Baja, que se celebra el 18 de octubre coincidiendo con la fiesta patronal de San Lucas. La provincia de León, junto con Zamora, figura entre las más ricas en mascaradas en Castilla y León y que también se conservan con mucho brío en Galicia, Portugal y Asturias. Son fiestas de invierno que lejos de desaparecer con el invierno demográfico, han cogido brío en la era de la globalización.

Además de las 24 mascaradas recogidas en la publicación del ILC hay otras mascaradas que se van recuperando como las de Villavante en 2023. Los expertos advierten de que la recuperación no debe ser invención para subirse al carro de las máscaras. También hay quienes recelan de que las máscaras sean absorbidas en un desfile en la capital.

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