El Munic te cuenta
El museo de Carracedelo amplía hasta el 5 de enero su exposición «Somos cuentos», después de acumular más de 15.000 visitantes en una muestra que pone en valor el poder de la tradición oral como elemento educativo a través de 23 cuentos clásicos y uno contemporáneo
Estos cuentos no se acaban. No lo harán nunca. Llevan siglos desde que se susurraban a la orilla de la lumbre, con esa cadencia que tiene la tradición oral para encabalgarse a través de los tiempos y depositar, andado el siglo XXI, la vigencia de sus moralejas y enseñanzas con las que se educaron generación tras generación. Ese diálogo que demuestra «el poder de la tradición como patrimonio inmaterial» que plasma el Munic de Carracedelo en la exposición temporal con la que invita a los visitantes a escuchar de nuevo el relato que exhibe que «Somos cuentos».
La exposición se abrió a finales de octubre y, aunque tenía marcado como cierre el mes de julio, la respuesta del público ha alargado su vigencia hasta el próximo 5 de enero. Los más de 15.000 asistentes que han pasado ya por el Munic alienta la prórroga que invita a quienes todavía no han podido acercarse a la localidad berciana a que disfruten de la narración, de martes a sábados, de 10.00 a 14.00 y de 16.30 a 19.30 horas, además de los domingos de 11.00 a 14.00 horas. En este horario de puertas abiertas, los cerca de 1.000 metros cuadrados del museo, promovido por el Ayuntamiento de Carracedelo, describen en seis salas, repartidas en sus dos plantas, los capítulos del «recorrido más impresionante a través de 24 cuentos clásicos y uno contemporáneo: Caperucita Roja, Blancanieves, La Sirenita, Cenicienta, la Bella Durmiente del Bosque, Las aventuras de Pinocho, Rapuncel, el Gato con Botas y el marqués de Carabás, el Príncipe Rana, la Bella y la Bestia, Alicia en el País de las Maravillas, Peter Pan, el Flautista de Hamelin, Petter Rabbit, el Patito Feo, el Soldadito de Plomo, Jack y las habichuelas mágicas, Las Mil y una Noches, los Tres cerditos, Pulgarcita, Ratón Pérez, Piel de Asno… Incluso las fábulas en las que los propios animales hablan o la entrañable historia del ogro Shrek y la princesa Fiona», como describe Silvia Blanco, directora artística del centro.
El planteamiento de la exposición convierte al visitante en un actor dinámico que se mete en estos «cuentos transmitidos a través de la tradición oral, la recopilación de historias de cuentos tradicionales o la creación original, recogidos por personajes míticos como Giambattista Basile, Charles Perrault, los Hermanos Grimm o Hans Christian Andersen: autores que fueron una mezcla de cazadores de hadas, recopiladores de macabros cuentos populares o coleccionistas de cuentos», relata Blanco. El recorrido permite ver cómo «desde la Antigüedad, en forma de fábulas también, se han ido transmitiendo historias en las que los animales hablan y siempre terminan con una moraleja; animales con inteligencia supina que dan lecciones de moral a los humanos y sus fórmulas entrañan una gran verdad».
La propuesta da espacio no sólo para los escritores. La exposición permite conocer a los ilustradores clásicos y contemporáneos cuyas «narraciones visuales han fascinado a generación tras generación a través de ilustraciones o grabados, como Gustav Doré, Walter Crane, Arthur Rackham, Harry Clarke, Leslie Brooke, Alice Carrey, René Clocké, Anne Anderson, Flora White», reseña la directora artística del museo. Este recorrido hace que compartan espacio en las salas con las recreaciones y las esculturas digitales que muestran que, «en la actualidad, el artista trabaja con materiales menos nobles, como el plástico, diferentes tipos de resinas o espuma de poliestileno, pero su proceso creativo siempre nos deja impresionados como un truco de magia que solo parece obvio una vez que se ve la obra final».
Estas esculturas se complementan con elementos fílmicos, como «la linterna mágica, que fue sin duda el cine del siglo XIX: un medio de diversión y de educación de masas muy parecido a un proyector de diapositivas», detalla Blanco. Pero hay más referencias en la exposición, como la apelación a los animales que «aparecen en los cuentos clásicos, como el famoso lobo que aparece en Caperucita Roja o en los Tres Cerditos», acompañados en el escenario por el amplio catálogo del bosque berciano: ardillas, cabras montesas, aves rapaces, cuervos», que formaban parte del Museo Natura Ibérica, germen desde 2009 a 2016 del actual Munic.
La construcción del relato no podía prescindir de la moda que acompaña cada narración con su época. Pero no como actualidad, sino como método de representación de la escenografía y la vestimenta. Los responsables de la exposición han adaptado las salas para que nos encontremos inmersos en un salón de la Bella y la bestia, para que reconozcamos al lobo feroz disfrazado de abuelita, para que veamos a la Bella Durmiente recién caída en el sueño inducido por la rueca o, como se ve en el primer cuadro recreado, para que conozcamos «la ciénaga donde se desarrolla algunas de las historias más divertidas del ogro Shrek y su querida princesa Fiona». Por si faltaba algún elemento, la música acompaña en cada sala a los visitantes en su viaje. Ese cuento que nos cuenta quiénes somos. Ese cuento que no se acaba nunca.