El cielo de la etnografía
León es una de las provincias españolas con más riqueza etnográfica. La arquitectura secular dedicada a las labores agrícolas y ganaderas aún se mantiene en pie a pesar del olvido institucional. El verano es un buen momento para conocer y experimentar cómo vivían nuestros predecesores

La provincia ofrece un patrimonio etnográfico singular —hórreos, pallozas, chozos, molinos y más— que recobra fuerza gracias a la restauración, el turismo rural responsable y la resignificación de espacios comunitarios. La historia y los ecosistemas de la provincia se han forjado a través de las labores de miles de pastores, de agricultores y de mineros que han modificado el paisaje y la economía con su esfuerzo. En pleno cambio de paradigma, los restos arquitectónicos de una vida que desaparece son una muestra de hasta qué punto la cultura no puede existir sin la etnografía que fue trillando el alma de un pueblo. Las rutas propuestas vinculan arquitectura, paisaje y cultura viva, proponiendo una experiencia completa que fusiona naturaleza, gastronomía y patrimonio con historia. Tradición y sostenibilidad caracterizan el paisaje rural y revelan modos de vida ancestrales. Estas son las posibles rutas para vivir el León más auténtico este verano:
1. Ruta de los hórreos. El objetivo es recorrer pueblos donde se cultiva y conserva esta arquitectura peculiar, diseñada para proteger la cosecha de humedades y roedores. En Balboa destacan cinco hórreos en Villanueva, Castañeiras y Fuente de Oliva. Castañeiras–Fuente de Oliva, La Laguna de Castilla, Prioro y Prada de Valdeón también albergan ejemplares representativos, incluidos bajo la protección BIC en la montaña oriental. Besande, Cantajeira: la intervención en hórreos como centro cultural sigue viva, con uno destinado a Centro de Interpretación Poética.
2. Ruta de las pallozas y arquitectura celta de los Ancares. En esta ruta, el viajero podrá conocer las típicas viviendas circulares con techumbre vegetal —teito— , cuya estructura permitía convivir a personas y animales bajo un mismo techo. También está el Campo del Agua, declarado Bien de Interés Cultural en 2008. Conserva varias pallozas, con una restaurada recientemente, lista para acoger al público como refugio o centro cultura. En Balboa, la de Cantejeira fue restaurada y se ha convertido en un restaurante que mantiene el teito de centeno intacto y proporciona una experiencia única con conciertos de música celta. Balouta y otras aldeas como Pereda en Ancares también cuentan con ejemplos bien conservados.
3. Itinerario de arquitectura auxiliar. La propuesta de esta excursión es el descubrimiento de elementos complementarios que daban soporte al día a día rural. Para ello, una de las rutas exige visitar Chozos en Fasgar y Pallide: refugios de pastores ideales como paradas breves en rutas de senderismo. Asimismo, amerita una visita a Pajares en San Martín del Agostedo con el objetivo de contemplar estructuras para almacenar forrajes y cereal. El palomar en Valdesaz de los Oteros es una muestra del ingenio local aplicado a las aves de corral y la fábrica de luz en Vivero de Omaña y los molinos en Dragonte, Morgovejo, Murias de Paredes, Salientes, Santalla del Bierzo, Silván, Valencia de Don Juan y Velilla de la Valduerna permiten saber cuál era el mecanismo de esta base de la economía agraria. Estos elementos se integran en rutas en las que el paisaje natural se combina con el agrícola y las zonas de ribera.
4. Ruta de los molinos en el Bierzo. Y es que la comarca mágica del Bierzo atesora joyas etnográficas únicas y no tan fáciles de encontrar. Hay, por ejemplo, un poblado lleno de molinos de piedra ancestral, perdido en un bosque de Oencia, en uno de los cientos de recovecos y valles que surcan sus abruptos montes. Allí resisten una docena de chozas y molinos alineados sobre una ladera, bañados por dos arroyos y coronado por un curro sin tejado, para resguardar el ganado o las colmenas. Es un lugar conocido como Red de Molinos, jalonado por uno de esos cauces de agua de difícil pronunciación y que aparece nombrado en los mapas como Rego da Gralleira.
5. Los caminos de los pastores. La ruta que nos conduce hasta el Nidio parte de Rabanal de Arriba, una localidad en la que la arquitectura tradicional merece una atenta visita, con sus casas macizas y cúbicas, de piedra caliza y techo de losa, y algún que otro corredor abierto o acristalado; además de un hórreo que aún conserva su teitu o cubierta de paja de centeno. El camino abandona el pueblo comenzando a ascender suave pero pronunciadamente con dirección a las brañas de Cubajo o Cubaixu; toda una lección de etnografía al aire libre. En ella se puede observar los lugares donde los brañeiros y brañeiras hacían su vida, las cabanas de piedra en las que se guarecían hombres y animales, las outseiras donde conservaban la leche o los cierres de madera de los prados. El visitante sabrá así que las brañas eran verdaderos «pueblos de verano» (braña viene de verano, branu) en los que los vecinos y sus ganados aprovechaban los pastos de altura durante el estío abandonando el pueblo y llevándose todas sus pertenencias.