Diario de León

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El domingo hubo menos problemas para aparcar cerca de San Marcos. Mientras los más madrugadores se afanaban en ultimar los detalles en los pendones, llegaban a pie desde sus casas más representantes de los pueblos leoneses. Es el mejor ejemplo de una realidad inapelable: el éxodo rural. Al que probablemente han contribuido los ayuntamientos, la Diputación, la Junta, el Estado, la UE... y la ONU si se quiere... por aquello de que el país con más problema de emigración a las ciudades lo tiene China.  

La población enfila su vida hacia ese afán de progresar, de tener una vida mejor. Y contra ese caudal de nada vale poner vallas al campo. Como toda buena estadística, este proceso facilita la posibilidad de meter el dedo en el ojo del rival, aunque ese éxito efímero a veces sólo pone en evidencia a algún compañero de partido despistado que gobierna en una ‘trinchera’ equiparable.  

Lo de la Vacía o Vaciada, que viene a ser lo mismo pero con un poco de más mala leche al darle al bombo, enlaza con un viejo problema sobre el que las alertas fueron incontables. El suicidio demográfico de Europa, al que España llegó tarde pero con mucho ímpetu, tiene singular eficacia en territorios de interior como León. La ausencia de políticas familiares —mejor evitar el riesgo de ser acusado de facha— hizo imposible la conciliación cuando la sociedad enfiló con total justicia la recta de la incorporación de la mujer al trabajo. Se generó una distancia creciente entre los países que sí apoyaron la natalidad y los que decidieron mirar hacia otro lado. Lamentablemente como ocurre hoy con el riesgo evidente que pende sobre las pensiones, de las que es mejor no hablar... a ver si se resuelven solas.  

El domingo, mientras se exhibía en León ese mundo rural que agoniza, se celebraba el Día del Migrante. El aterrizaje en la tierra prometida no siempre fue fácil.  

Esa jornada coincidía a su vez con la noticia de que habían sido liberados 500 esclavos menores en una escuela del Corán de Nigeria, país en el que horas después eran liberadas 23 víctimas de trata en una red de «fábrica de bebés».  

El fenómeno migratorio es global. Lorenzo Silva, en su última novela, se pregunta si entre tanta historia del abuelo o de Auschwitz quizá habría que pensar qué hacemos, por ejemplo, con esas niñas, sí, niñas, nigerianas víctimas de verdaderas locuras de horror inenarrable no tan lejos de nuestras casas... mientras juzgamos a los que ya no están.

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