Diario de León

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Curioso. Acabo de reparar en que la foto que encabeza esta columna (columnia, corrige un amigo) tenía algo premonitorio. Estoy como dándole al lector el codo por saludo y fijando con el brazo la defensa y la distancia profiláctica a la que nos iremos acostumbrando en los próximos meses o, mal haya, años... por de pronto, las marcas y lujos ya hacen caja con sus mascarillas de diseño para las superpijas de la pandemia, sus seguidoras y otras aspirantas de instagram... siempre que haya, claro, con qué comprarlas y no venga el katakroc chungalí de las Bolsas permitiendo solamente taparse la boca con unas bragas viejas cuando el virus se haga crónico y residente en sucesivas mutaciones... ayayay, darse el codo... eso, la mascarilla y lavarse las manos es en lo que más insiste la autoridad y más costumbre creará... habrá que sujetar abrazos y ternuritas con toda gente incluso cercana, adiós al besito a desconocidos, y a desconocidas, más... dando el codo... ¿serán así los saludos, incluso el apretón de manos del tratante en una feria?... propaganda al codillo sí que le hacen... y hace una gracia infinita verlo escenificado en algunos mandatarios adustos y mandatarias rechonchas con sus risitas a cámara dando la impresión de que van a iniciar uno de esos bailes folklóricos y castos con sus giros y zapatetas como en Siete novias para siete hermanos ... aunque bien mirado, encañonar así con el codo tiene algo de agresivo y hasta de corte de mangas... aunque lo acepta el manual de urbanidad si de lo que se trata es de descubrir villanos (« al villano dale el codo y se tomará la mano »).

El codo solo está indicado para empinarlo con amigos si hay que brindar por el mañana con una jarra de vino o cerveza. Para más cosa el codo no es plan. Lo demuestra quien lo usa para navegar por esta vida a codazos con la gente como los fetos de tiburón que ya se devoran entre sí en la panza de su madre.

Que vuelva pronto la mano que se lanza abierta para cerrarla en apretón con otra en un ¡choca esas cinco!, que hago aquí portugués, ¡venham mais cinco!, porque Portugal, hoy, me flipa aún más.

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