Diario de León

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E n mi casa, nos sentimos un poco mexicanos, a través de nuestra admiración por su música popular. Me ha sorprendido un cartel con clara iconografía mexicana, anuncia una exposición de dibujos sobre Chavela Vargas, que puede verse desde hoy en las instalaciones de la Uned, en Ponferrada. Llorando a Chavela la han titulado. Forma parte del proyecto Villa del Mar, integrado tanto por artistas españoles como mexicanos, con actividad presencial y otras online. Las canciones de la dama de voz desgarrada nos hermanan, en identidad que no separa en tuyo y mío. Esa es la fuerza unificadora de una lengua común, pero aún más de unos sentimientos universales. También aman sus rancheras quienes no hablan español. El actor Harry Dean Stanton solo lo chapurreaba y nos sobrecogió en su última película cantando Volver, como antes lo hizo con Canción mixteca en Paris-Texas. En la belleza y en la verdad no hay cerca y lejos, todo fluye libre. Noemí Sabugal escribió sobre Big Mama Thorton, en Una chica sin suerte. Y Luis Artigue sobre Miles Davis, en Café Jazz el Destripador. Cuántos autores han lamentado no poder leer en castellano el Quijote. De joven, el cantante y compositor texano Guy Clark buscaba en la radio canciones mexicanas, cuyas letras no entendía pero que le hablaban, pues el corazón traduce sin diccionario. Grande es el auditorio donde los muertos cantan y tocan para nosotros. En la exposición, dos bercianos: mi admirado Ricardo Ranz, quien me ilustró un ensayo cervantino, y Reme Remedios. Me alegra que ambos se identifiquen con quien convirtió su voz en refugio abierto hasta el amanecer. Cantaba Clark: «Somedays you write the song (algunos días escribes una canción) / somedays the song write you (algunos la canción te escribe)». Nunca es fácil si narras, cantas o pintas con tu propia vida.

Vargas trocaba cada canción en sangre, suya y nuestra. En patria común, en cosmos. No hay nacionalidades ni muros si alguien logra hacerse sentir en todas las lenguas de la tierra, este logro es una de las improntas de lo auténtico. Me uno al homenaje a la gran intérprete, que me descubrió mi mujer. En casa la llamamos Chavela, sin más. Nos sentimos algo mexicanos y muy contentos de ser aquí.

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