Diario de León

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Se subían por las paredes de la indignación patria unos tertuliantes en la radio hablando de los 350 litros de agua «leonesa» que ahora vierten a Asturias a cada segundo porque unos ingenieros tuercebotas y urgidos proyectaron un túnel para el Ave Interruptus y seccionaron venas y acuíferos que ahora corren al revés gracias a la gigantesca tubería veloz. !Ese agua es nuestra!, ¡¿y nadie hace nada para arreglar ese robo?!, decía uno desaforando el ronquillo... y vete a saber si no se hizo adrede, se sugería.

Gusta ahora volver a esa carga, te la aplauden mucho: a León le están robando el agua, ¿qué más nos pueden robar?, ¡el agua!, el alma del vivir, mucho más sagrada que el pan, pues de hambre muere uno al mes, más o menos, pero de sed en quince días. Y así, el patriota voceador exige reclamar esas y todas sus aguas para apuntalar esta economía en fuga: «explotemos ese recurso que con tanta abundancia nos dio la naturaleza; si el agua es nuestra, que la paguen y, si no, que tributen tasa fija por expoliar valles con pantanos»... y ahí le ponen otra pata más al banco de la secesión del Reino desde el que se podrá lucir título de propiedad proclamando en mi agua mando yo y a la mierda los confederados (demasiadas patas ese banco; con más de tres todo asiento acaba bailando).

Sócrates nos devolvió a la casilla de salida: el agua no tiene dueño y no erráis si la llamáis dios, único dios a la vista; sin ella, y en nada, la vida se hace fósil; sea reo de justicia quien se adueñe del agua de todos o de cualquier bien común. Sabedlo quienes decís mi agua , desde el patriotilla turrión al emporio eléctrico que le ordeña dividendos para gentes lejanas y sentadas en consejos de administración donde siempre entran, sin ser casualidad, políticos de desecho, pero influyentes aún en tratos, tratas y contratas. Del agua que caiga en estas montañas, Otavito, son igual de dueños en Benavente, Miranda u Oporto, también para ellos cae aquí, aunque ya se la mandáis bien cargada de cagandurria y ponzoña. Normal que algunas veces oigáis maldiciones aguas abajo.

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