Editorial | La reinserción, un reto social, no sólo penal

En todos los casos de personas que han delinquido y están en la cárcel se puede optar por la reinserción e intentar evitar recaídas. Y son muchas las personas que, con la ayuda adecuada, no reinciden en los delitos. El problema para lograr una mayor y mejor reinserción de los presos es que no se incide lo suficiente en la especialización y formación de los funcionarios; y sobre todo en que no existe suficiente implicación de las instituciones para poner en marcha con solvencia los mecanismos que se han mostrado su eficacia para el tratamiento de las personas en prisión. Son algunas de las reflexiones del creador del sistema de los módulos de respeto en el centro penitenciario de Villahierro, Esteban Belinchón. Un método que se ha exportado internacionalmente, ha sido ampliamente reconocido y ha mostrado sobradamente sus éxitos.

Sin embargo, el experto denuncia una «nefasta» gestión política de estas herramientas de reinserción, una lamentable falta de medios para llevarla a cabo con eficiencia y una falta de coordinación institucional que ha frenado los resultados de un mecanismo que debería convertirse en piedra angular de las políticas penitenciarias.

Personas especializadas en el tratamiento de los problemas que llevan a los presos a delinquir en distintos ámbitos, programas coordinados y adecuadamente gestionados para dirigir estos mecanismos y seguimiento de los casos son las demandas de quien considera que los módulos de respeto son un claro ejemplo de éxito.

Lograr las reinserciones no es una victoria penal, sino una exigencia social que debe ser abordada con una seriedad de la que, al parecer, ha carecido hasta el momento.