Diario de León

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Los trenes ya no chiflan su legendario chuchú y se les olvidó el antiguo tracatrá, con lo que el lindo viajar pierde bastante del rito literario. Si además soterran la estación haciéndola catacumba, sólo cabe rezar a los mártires de los túneles cuando la espera se hace larga por no esperada, especialmente en un León que conoció la hasta hace poco mayor tragedia ferroviaria de la historia del tren, la sucedida en el túnel del Lazo, en Torre del Bierzo, corriendo enero de 1944 con la sordina del franquismo silenciando o amortiguando la hecatombe.

Se me multiplicaron estos malos pensamientos al venir con retraso el alvia que nos llevaría a Madrid. Tampoco los disipaban los espantosos, pretenciosos y carísimos lucernarios-claraboyos de colorines sobre nuestras cabezas meando a las diez de la mañana una tibia y tacaña luz que jamás librará a ese túnel de gastar un porrón en iluminación. Ni tampoco los distraía el  trampantajo  esgrafiado sobre la pared de esta frígida estación-túnel apelotonando ahí las joyas monumentales de esta ciudad, una broma artística que alguien comentó a nuestro lado haber costado 130.000 euros por la jeró, excitándonos la preguntita: ¿por qué todo mural de estación tiende a colarse en lo terrible por pretender lo grandioso?, ¿y no debería negarse toda pólvora del rey a quien dispare al buen gusto?... Después hay que ver en superficie el estropicio, la vieja estación follada, el  conquistado  espacio peatonal que ahí abortan e interrumpen con una secuencia de inexplicables lucernarios caprichosos, carísimos e invasivos que mariconean su propio guiño arcoirisado (no se me ofendan, favor, cualquiera ve ahí doctrina sin disimulo o barata moda congraciante). Y además del capricho quiere Adif que pague León su cuidado y mantenimiento, chúpate la ocurrencia. Apláudase, pues, la coherencia del alcalde al negarse a tragar picha; lo digo así porque en esto nos llegó el alvia retrasado dándole un alegrón a un joven que exclamó a su pareja «chuchú, Pamela», y me sonó a perfecto resumen de todo el chuchúpamela entre Adif y esta ciudad.

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