Diario de León

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A algunos les ha parecido fatal la comparación que ha hecho Zelenski en el Congreso sobre las similitutes de Bucha y Guernika. Dice Santiago Abascal que debería haber hablado de Paracuellos, la saca roja de Madrid, que fue peor. La tragedia es que a estas alturas los haya que continúen haciendo comparaciones en el dolor, como si el terror que vive la población ucraniana tuviera que adecuarse a los requerimientos ideológicos de cada uno de nosotros. España tiene la desgracia de no poder acudir a ejemplos recientes para unir al país en defensa de un pueblo masacrado. Nos tendríamos que retrotraer al 2 de mayo, que puede que a un presidente que no sabe si al día siguiente vivirá o tendrá país le quede demasiado lejano.

La guerra civil es la historia de Antonio y de Manuel Machado y es la de Guernika y la de Paracuellos, y la de Cabra, y la de la niña que muere entre los escombros del cuento de Manuel Chaves Nogales.

Hubo diputados que no aplaudieron a Zelenski porque Ucrania tiene prohibido que los comunistas participen en política y los hubo que incluso se ausentaron del pleno por la misma razón, como si no supieran lo que la ideología de la revolución bolchevique supuso para los ucranianos, Holodomor, por ejemplo, el terror alimentario en el que murieron de hambre siete millones de personas.

Guernika es mucho más que la matanza que los aviones nazis que cada día salían de La Virgen del Camino provocaron sobre la ciudad vasca. Dicen que Picasso hizo el boceto de su obra desde una de las torres del Colegio de España, un lugar que durante la guerra fue morada de todos por igual. Hubo un hombre que lo hizo posible. Se llamaba Ángel Establier y logró que partidarios de uno y otro bando vivieran en el Boulevard Jourdan sin que la contienda fraticida les afectara. Muchos de los que han demostrado estos días su imbecilidad deberían leer más y cacarear menos, sobre todo cuando llenan hornos con los cuerpos violados de mujeres y niños.

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