Diario de León

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Llamamos mostrenco al ceporro, al ignorante o zote, pero la palabra nació para definir a los animales y bienes sin dueño que ya desde el derecho romano pueden tomarse en propiedad sin que nadie objete, ni la ley ni el Estado (la Ley de Mostrencos española es de 1835). Y entre los bienes mostrencos están los que se nos brindan por aquí cada otoño tentándonos a la escapada y al andurrial en dominguito recolector: moras, brunos, agabanzas, setas, uvas de baldío, arándanos, manzanitas gigosas, hayucos, castañas o nueces de nadie, endrinos, frutas de destrío, reinetas de adiles, carujas... Viejas sebes, linderos y baldíos muestran ahí su promesa y más aún en el despoblamiento que obliga a abandonar en esta tierra tanto huerto y cultivo. El otoño es un súper sin puertas . ¿Y no aliviría algo las carestías que atormentan a la cesta de la compra y a quien la puja?...

Hecha la recolecta, viene después con ameno trajín la vieja cultura conservera, el arte de mermeladas, compotas, jaleas... o secar, embotar, curar... No hay fiesta mayor para una cocina y su despensa que esta pequeña autarquía en la era de los procesados y precios por las nubes. Y como esto suele pedir concurrencia, ¿quién no encuentra ahí una entrañable fiesta cooperativa con familia o vecindad, un rato feliz socializando recuerdos y provisiones con las que tranquilizar lo que haya de venir? Entre mis más dichosos recuerdos de infancia están esas tardes con mi madre y las tías laborando y la primada tarasqueando en juegos y atenta a la sisa y a las caídas. Tardes otoñales. Tardes de bullir. La fresca pide guarida y tarea de obrador confitero mientras la moza curiosina coge unas tijeras y le hace puntillas al papel de periódico que vestirá adornando las baldas de la despensa antes de que vayan llenándose de botes, tarros, frascas o latas como aquellas del viejo colacao que colorearon tantas alacenas. La primavera es muy bella, quién lo duda, pero el otoño le ganará siempre en paleta de pintor y resultados. Caricias de brisa que promete nieves cercanas. Venga este tiempo de coger, recoger... y recogerse.

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