Diario de León

Alejandro Matrán

Aléjate del fuego y cántale

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La muerte de la Reina de Inglaterra es un acontecimiento sobre el que quizá debamos reflexionar más y llorar menos. No son pocas las personas y colectivos que estos días han resaltado lo que la corona británica representa: un símbolo de colonización de la cual la Reina Isabel ha sido la cara durante sus 70 años en el trono. África, Oriente Medio y el subcontinente indio sufrieron sus efectos durante el reinado de la recién fallecida monarca. Informarse requiere una rápida búsqueda en Google. Esta discusión invoca otras figuras que han sido también símbolos de la colonización británica y que, sin embargo, a mi parecer no se les ha hecho justicia en comparación con lo que estamos viviendo estos días.

Una amiga me dijo una vez en un pub de Londres que uno puede apoyar una causa ajena pero siempre siendo consciente de que nunca será su propia causa. Entre la Reina Isabel y nuestro último invitado se asoma T. E. Lawrence, personaje que me hace dudar de esa afirmación de mi amiga. El oficial británico, conocido como Lawrence de Arabia, es una figura polémica que unos ven como liberador de los pueblos árabes y otros como un espía inglés más que servía a la corona. Sin embargo, Lawrence fue lo suficientemente hábil como para convertirse casi en nativo de la tierra en la que vivía. Me cuesta mucho creer que llegado cierto punto lo nativo del oficial fuera una completa farsa a servicio de su país natal. Y en caso de que lo fuera, estoy seguro de que borrar esa farsa de su vida anularía por completo su identidad. ¿Hasta qué punto Lawrence era más británico que árabe? A saber.

De esto mismo hablan precisamente los relatos de aventuras de Kipling. No hablan de colonialismo sino de convertirse en nativo. No hablan de la necesidad de imponer conceptos y normas a sociedades subdesarrolladas sino de la de mezclarse y experimentarlas. En El hombre que pudo reinar , Kipling evidencia el absurdo de los expatriados que tratan de dominar una tierra ajena. Por el contrario, el protagonista de Kim es un niño irlandés criado en la India británica que ha aprendido el idioma y ha integrado en sí mismo la forma en las que las cosas funcionan a su alrededor y el famoso Libro de la selva no es más que un claro mensaje de integración codificado en una recopilación de cuentos, pensémoslo. Dato: hay película de estos tres libros.

Quizá al final hagan falta menos expatriados y orgullosos, y hablo de expatriados y no de migrantes. Menos expatriados y más nativos. Tal vez así, aprendamos a vernos menos diferentes y seamos capaces de apoyar causas que son, en principio, ajenas. ¿Por qué le lloramos tanto al ataúd viajero de la Reina de Inglaterra? ¿Qué sabemos de ella a parte de lo que hemos visto en su serie de Netflix? También pensémoslo.

En Palestina se dice «aléjate del fuego y cántale». Aquí en Irak el fuego se sustituye por el diablo. En cualquier caso, mejor dejar de cantar e ir juntos a apagar el fuego y matar al diablo. A todo esto, que descanse en paz.

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