Diario de León

Alfonso García

Morir en La Habana

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El Cementerio Colón es una de las referencias emblemáticas de la presencia leonesa en La Habana: en él, el hermoso Panteón de la Colonia Leonesa. Con numerosas reformas y ampliaciones a lo largo de la historia, la razón última residía en el descansar definitivamente en tierra propia. Visitarlo es recorrer buena arte de la historia leonesa del último siglo en la capital cubana especialmente. Las presencias leonesas en La Habana, en su conjunto variadas y ricas, no han merecido hasta el momento una consideración investigadora que descifre y describa algunas claves de nuestra presencia en la isla caribeña. Sí hay algunas visiones parciales, aunque es muy urgente y atractiva la sistematización.

En este breve contexto, la noticia, reciente: el ILC subvenciona con 25 000 euros la restauración del Panteón de la Colonia Leonesa en el Cementerio Colón, una de las veintiún necrópolis habaneras, Monumento Nacional desde 1987. El proyecto atenderá a la restauración completa de la cubierta, la sustitución de las ventanas por unas iguales pero de madera y el acondicionamiento interior, con la reconstrucción de vidrieras. La noticia ha llenado de alborozo a nuestros paisanos y sus descendientes, que veían el deterior progresivo y sin solución de su patrimonio más querido, construido en 1918, cuatro años después de la fundación de la Colonia Leonesa de Cuba, con sede en La Habana. La única queja que llega desde los leoneses de la ciudad caribeña es que algunos medios, al dar la noticia, afirman que centenares de leoneses allí enterrados están en cajas de cartón. “Eso no es cierto –afirman-. Es una ofensa a nuestra dignidad”.

Sea como fuere, lo cierto es que gracias a esta subvención se salvará un monumento patrimonial e histórico de gran valor y de profundas raíces humanas y afectivas. Morir en La Habana, en Cuba, y ser enterrado en tierra propia tuvo, y tiene, un significado de incalculable valor en la conciencia de nuestros emigrantes.

Esta subvención se convierte en un hecho histórico. Así. Quede nuestro aplauso, por lo que tiene de sensibilidad y gratitud. Evaluar las ayudas que la provincia recibió de la Colonia en tiempos difíciles y como mejora de muchos de nuestros pueblos sería un largo capítulo. Gratitud con gratitud se paga. Hoy, dadas las carencias y las dificultades de la isla, no habría otra opción más que esta. Se salva una de las señas de identidad de nuestras gentes. Merece la pena.

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