Diario de León

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Se vienen a tablas cada vez el viento atufa a elecciones, como que ellos no fueron; como que no son; como que fue por selección natural, porque la venturosacastilla no ejerce el poder colonial que le concede la potestad plenipotenciaria de las diecisiete taifas para llevar el agua a su molino (joder, qué alegoría sobre canal de Galleguillos, raro que no se le haya ocurrido a la domesticada resistencia para alentar las fechorías), que el vaciado de pueblos por la peste de la soledad y la ruina económica, el cambio de escuelas por asilos, si no por tanatorios cuando el cromo ya está repe, como que la renta media per cápita real siga a la misma distancia de  Renania que antes de recibir la tercera sesión de la radioterapia de fondos europeos es confusión de cifras de los valores macros. Los señores de negro vienen apurados para  recrearse en estos matices en el fango de la fiscalización de cómo se pule el dinero que Europa dice que da para la transición masoenergética, y que aquí requería de un salvoconducto para  destinar a no bajar la trapa o pagar nóminas, igual que resultaría de útil que  el ministro de Miquel Octavi Iceta permitiera gastar el bono del adiestramiento en el frente de juventudes en cheques de gasolina; para los padres y madres (si se puede decir aún madre y padre)  que hacen fosfatina el sueldo en el surtidor, fuente financiera del regalo del billete de tren. Gratis, no es. Tierra rica, tierra pobre; tierra rica empobrecida, tierra pobre enriquecida, para resumir en pocas palabras la carta de los leoneses que aguantan marea tras este tiempo de muro de Berlín que pasa por el paralelo del Cea bajo, el del arrastre  y el sedimento de las mentiras podridas que son lágrimas de cocodrilo en años así, cuando, ya digo, a los políticos les apesta el aliento a urna. En este chocolate con guarnición que sirven esta semana con motivo de los cuarenta años por el desierto, mojan los churros los nostálgicos del sindicalismo liberado, mientras el rojerío jacobino (que fueron los mainantes) saca a pasear al paquidermo que perpetró los primeros mordiscos del estatut, tan lejos del nosotros somos el pueblo de Reagan, que deprime. Los defensores de la valla del agravio, la que pagan los leoneses, a los suyo; creen que con pintarle cuernos y rabos al de UPL cubren el expediente.

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